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Cristián Araya contra los algoritmos: “ningún contenido a la carta te va a cambiar la vida”

Sobre los vicios, virtudes de las nuevas plataformas y la relevancia actual del periodismo cultural, conversamos con el periodista, editor y creador de Super45 además de actual programador musical de Radio Universo.

Tania Selaive

Desde el año 1995 se dedica al periodismo musical, siempre especializado en lo “indie”, concepto que utiliza, aclara, no para describir una estética, si no “el control que tiene el músico de su proceso creativo”. Creó Super45 en 1996, primero como un programa en la Radio Universidad de Chile y luego en el año 2001 como medio digital, el cual sobrevive hasta el día de hoy, aunque asegura que está en una especie de “animación suspendida” por falta de financiamiento y que está “trabajando para convertirlo en otra cosa. Probablemente una radio online”. Al hablar de su oficio, el hoy programador musical de Radio Universo, destaca dos conceptos como esenciales: curatoría y contexto. “El periodista hace la pega de escuchar cien discos y decirte cuáles valen la pena y por qué y, además, te cuentan las historias que te hacen entender los espacios vacíos”.

¿Te parece que esos dos conceptos siguen existiendo hoy, a pesar del brutal cambio en la industria de los medios? 

De hecho, uno pensaría que con el acceso a la música que hay en la actualidad la figura de alguien que te oriente para que no pierdas tu tiempo, tiene más sentido que nunca. Pero, sucede algo súper extraño, pasa que esa especialización, esa autoridad que había antes en ciertos intermediarios, perdió relevancia cultural. Hoy con las redes sociales, perfectamente puede ser tu amigo el que reseñó un disco en Facebook que te llamó la atención y no necesariamente algo que leíste en una revista especializada. Paralelamente se produce el fenómeno del “empoderamiento” del fan, donde no hay grises, es casi algo parecido a las barras de futbol, o eres dios o eres lo peor. Ese acercamiento facista a la cultura me aterra. 

¿Piensas entonces que es conflictivo que sean los fans los encargados de comunicar la música?

Es que son hobbies y no me mal entiendas, son la raja. Los fanzines han existido desde siempre y es una forma súper válida de acercarse a la música. El problema es cuando eso se constituye en el canon. Los fans tienen un lugar y la prensa debiese tener otro, son cosas diferentes. Los medios no pueden ser panfletos. 

En este contexto digital del que hablamos ¿cómo ves el estado de la producción musical? 

Por un lado, nunca ha sido tan fácil como ahora hacer y compartir música. Pero también por cómo está estructurado todo el sistema actual, vivir de la música se ha vuelto muy difícil, dedicarse a esto es casi que un lujo para las clases adineradas. Eso es peligroso, que la generación de contenidos venga siempre del lado de los privilegios. Se reducen las miradas de una forma dramática y no sólo en la música, es algo que veo en toda la cultura popular. Hoy es súper poco factible un Jorge González, por ejemplo, que a pesar de ser un don nadie, tuvo suerte y entró a un buen colegio público, alguien reconoció su talento, lo estimuló y se convirtió en el genio que es hoy. 

“Ningún contenido a la carta te va a cambiar la vida”

Cuando tenía 8 años Cristián Araya vivía en un pueblo chico y todos los domingos era sagrado ir a los rotativos en el cine. Ahí, sin buscarlo, vio por primera vez la película Nosferatu del cineasta alemán Werner Herzog “el impacto que me causó no lo olvidaré nunca”, recuerda “y fue algo que consumí completamente al azar”, asegura. El relato lo hace para marcar un punto en su crítica hacia lo que él denomina como el consumo cultural a la carta, el cual en sus propias palabras: “Hace un daño tremendo. Te coarta, te reduce siempre a un lugar seguro”.

¿Te refieres a los algoritmos que te sugieren contenidos según tus gustos?

Claro, en lo musical el mejor ejemplo es el caso de Spotify, que es una plataforma que podría ser increíble, y en gran parte lo es, pero yo veo un gran problema en esas listas de recomendaciones. Son siempre un commodity, no hay ninguna sorpresa, ningún riesgo. Ningún contenido a la carta te va a cambiar la vida.

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