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Freddy Musri: “me movilizo y hago en función del amor que siento por esto”

Más de una década lleva su sitio web, Nacional Eléctrica, plataforma dedicada a la visibilización y rescate de diversos artistas del género electrónico nacional.

Sebastián Herrera

Músico, productor y dj, con influencia del deep house, dub y minimal techno; ha publicado varios EP’s en sellos nacionales, como Pueblo Nuevo y Mountain, e internacionales, como Tropic Netlabel y el sello español Conde Duque. El 2010 editó en vinilo su trabajo junto a Jorge González, remixeando el tema Acaso quieres venir, de Los Updates y, desde ese mismo año, ha sido un profundo divulgador de la cultura de baile local, gracias a la plataforma Nacional Eléctrica. Freddy Musri, sin ser periodista, ha sido un incansable promulgador y comunicador de la escena nacional, teniendo un registro amplio y diversos de los actores que conforman el panorama que, en treinta años, se ha erigido como uno de los más interesantes del mundo.

¿Por qué decidiste crear Nación Eléctrica y qué ha significado sostenerla en el tiempo?

Nación Eléctrica se creó por una necesidad personal, hablar sobre música electrónica chilena, porque sentía que no había nadie haciéndolo o, al menos, no con tanta visibilidad. Además, también era una forma de brindar mayor vitrina a los artistas. No soy periodista, lo que hago es por vocación, por búsqueda, curiosidad, por saber cómo se hacen las cosas y dejar un registro de eso. La idea es que pasara la prueba del tiempo y lo hemos conseguido. Ha sido súper bonito, porque ya llevamos más de 10 años de trabajo, en los que hemos dejado una pequeña huella, un espacio para la música electrónica y todos sus cruces.

¿Cuáles fueron tus referentes para llevarla a cabo?

En ese tiempo no había muchas referencias, no estaba tan poblado como ahora, el medio ambiente digital estaba en ciernes, pero me gustaba mucho Pitchfork y, sobre todo, radios digitales de Alemania y Japón que permitían entender un contexto global. Si bien la aparición de radios FM era incipiente y reducido, tenían contenido realmente interesante, con investigaciones y real cariño por la música, con editoriales interesantes que te permitían descubrir artistas que no se escuchaban en todos lados, mostrando un flanco desconocido, que hacía que todo brillara mucho más. 

¿Qué te ha hecho sentir que es necesario mantenerla en el tiempo?

Es difícil responder eso, porque confluyen muchas cosas en una sola zona. Hay razones que responden a una cuestión más bien subjetiva o emotiva, que tiene que ver con mantener cierto espíritu, que ha hecho que este proyecto no sea solo importante para mí, sino también para quienes han participado. Por otro lado, hay una cuestión más simple y es que me gusta realmente hacer esto, me da satisfacción tener la oportunidad de comunicar y brindarle a los músicos una plataforma en la que puedan visibilizar sus trabajos. 

¿Tienes recuerdos de pequeños triunfos en este ámbito? 

Los primeros tiempos fueron muy divertidos, de eso ya 10 o 12 años atrás. Los recuerdo como algo así como proto streamings o los primeros atisbos de contenido digital grabado. A mí me interesaba cómo se hacía esta música y, por su puesto, me interesaba también que la gente se diera cuenta que era mucho más que apretar botones. Creo que uno de los primeros logros fue conseguir fondos para poder llevar adelante el proyecto y, sobre todo, romper algunas creencias erróneas que existían al respecto. También cuento como un logro que se valorará el trabajo que hacíamos, que era crear un catastro de la música electrónica chilena, que dejara un registro en el tiempo. El apoyo de todos los artistas también ha sido algo importante, porque es una comunidad que siente mucho amor por lo que hace. Y así funciono yo, me movilizo y hago en función del amor que siento por esto. Ha habido muchos invitados que me han removido desde distintos lugares, pero Matías Aguayo, Atom Hearts y René Roco, siento que han capturado mi atención, sin embargo, hay mucha gente que está haciendo cosas nuevas hay que ponerle atención, porque se están fraguando cosas realmente interesantes y con mucho que decir. 

¿Cómo ves el escenario de este tipo de periodismo en la actualidad?

La verdad es que veo muy poco periodismo de acá, porque no hay, incluyéndome, por su puesto. Yo no soy periodista, solo tengo una gran curiosidad. Si pensamos en periodismo musical como tal, creo que Marisol García está haciendo cosas realmente interesantes y es, sin duda, una enorme referente para mí, al igual que David Ponce. Creo que ambos son los más power. Para mí un periodista de verdad son los que escriben libros y ellos lo han hecho. Pero también hay otros periodistas que valoro muchísimo, como Fernando Mujica o Luis Felipe Saavedra, quien estuvo trabajando en la génesis de Nación Eléctrica. Es interesante lo que ocurre ahora, con todo esto del mundo digital, ya que todos pueden hacer de todo, pero no todos pueden hacer algo realmente interesante y profundo. 

¿Pensaste que terminarías visibilizando a generaciones completas de músicos y que, en gran medida, darías relato a ella?

La verdad es que no, nunca lo imaginé, menos aún que abarcaría a distintas generaciones, o que podría mostrar cómo se desarrollaba la historia de esta escena. Siempre mi idea fue el D.I.Y., si no está la plataforma la creo, si no están hablando lo que me interesa, lo construyo. Han sido 10 o 12 años de simplemente hacer y la verdad es que no me he parado a ver qué es lo que he logrado o hecho. Esto está tan presente en mi vida y me ha ayudado de tantas formas, que no pensé que podría convertirme en relator de esto, porque siempre me sentí muy al centro, haciendo, produciendo, buscando cosas que hacer. 

¿Cuál es el escenario que te gustaría para el futuro en este tipo de medios?

Que se le diera el valor que corresponde. Me gustaría que la gente pudiera vivir de esto, el periodismo se está perdiendo de una manera desastrosa, se están acabando las radios, muchos periódicos, revistas y la gente está quedando sin espacios. A pesar de lo oscuro del presente, creo  que ahí hay una oportunidad para hacer nuevas cosas, en ese territorio desconocido, donde no sabemos qué hay o qué ocurrirá.

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