
La coautora de Es difícil hacer cosas fáciles y de Amigas de lo ajeno nos da su panorama del actual momento del periodismo musical.
Sebastián Herrera
El proceso de la música chilena, de mediados de los 90 hasta mitad del 2000; con medios, revistas, MTV, las multinacionales, la irrupción y masificación de internet, plataformas de descarga, blogs y redes sociales; son parte de los elementos que dieron como respuesta la configuración de una escena independiente que creó nuevas éticas para hacer música, generar comunidad y tener visibilidad; tiempos con menos dimensión del fenómenos de la web, de la muerte lenta y dolorosa de los espacios televisivos, de los grandes festivales, giras alrededor del mundo y una industria que, en sus formas, comenzó a vivir su ocaso.
A casi 15 años de esto, hoy el relato parece ser otro: herramientas, redes y plataformas digitales permiten crear, producir y visibilizar los proyectos a solo un clic, creando un ecosistema voluminoso y veloz. Existe más música, pero contradictoriamente menos espacios que se detengan en ella.
Con inicios en Extravaganza!, colaboraciones en Rockdelux, la dirección de POTQ, la organización de Santiago Popfest, dos libros editados y la creación de Es Mi Fiesta, la periodista Javiera Tapia, a través de blogs, revistas y colaboraciones, observa y entiende la industria musical de hoy, como una lenta transición del papel al digital; tiempo donde nadie previó el impacto que internet tendría sobre el campo.
¿Cómo ves la escena actualmente?
Estamos pasando por un momento muy difícil, donde ya no solo hay una crisis del periodismo, sino una crisis de todo, de la política, social, ambiental, es una suma de cosas, que te hace entender que, si todo está de esta manera, no se puede pretender que el periodismo no.
¿Cuáles es tu mirada sobre la desaparición de espacios dedicados a la música?
Es muy difícil sostener un medio digital, sobre todo, por el modo de financiamiento, que tiene pocas alternativas y precarias, sobre todo en Chile. Desde Google ads, por ejemplo, que es un ingreso ínfimo como para mantener a un equipo completo con todas las condiciones que merecen, hasta acuerdos comerciales con marcas, a quienes no sé si les interese un reportaje en profundidad por sobre tener 10 mil visitas en un día. Además, ya llevamos mucho tiempo sucumbiendo a un volumen de información brutal, es inabarcable y una misión totalmente imposible desde medios independientes que son frágiles en su infraestructura.
Creo que los espacios periodísticos dedicados a la música están en crisis, porque las formas en que la gente accede a la música han cambiado. Entonces, lo que verdaderamente está en crisis son los formatos y la forma de sostener medios, no el periodismo en sí, porque su existencia sigue siendo importante, no es algo desechable, sino algo que también debe cambiar en sus métodos e incluso perspectivas.
Santi Carrillo comentó que una de las razones de su cierre fue esto mismo, una tiranía del clic, de una comunidad que se acostumbró a conseguir las cosas más fáciles y tener todo gratis, sin pensar que hay una estructura y un equipo detrás de ese contenido, ¿tienes una conclusión similar sobre esto?
Estoy completamente de acuerdo con lo que dice Santi, es insostenible llevar adelante sitios de esa manera. Si bien soy muy fanática de internet, consciente de que me ha entregado muchas cosas que de otro modo no hubiese tenido acceso, siento que es un arma de doble filo. Hace 20 años atrás, cuando empezaron a digitalizarse ciertos medios y a desaparecer otros, el fenómeno se vio con mucha inocencia, no se tomó el peso, ni el potencial que tenía. De hecho, aún vemos medios que no se han adaptado completamente a internet, que no entienden las lógicas, con muros de pago ridículos y sin repensar formatos y estamos hablando de medios grandes. Eso mal acostumbró al lector, le hizo pensar que lo que consumía era gratis; invisibilizando todo lo que hay por detrás, de lo que significa hacer un artículo; donde hay una cadena de trabajo que va desde la periodista que hace la nota al diseñador o programador que construyó el sitio web. Me parece que ese desconocimiento, inocencia en el uso y no entender el paso de lo digital al papel hizo que los mismos medios mal acostumbraran a sus lectores.
Qué crees que ha pasado con el periodismo musical y el rol de las mujeres, ¿sientes que su voz ha sido silenciada y que por esa razón el protagonismo se lo han llevado los hombres?
Creo que ha estado dominado por hombres, y en un campo muy pequeño; la prensa musical en el país es una prensa muy joven, no es como en otros lados, con una tradición más longeva y diversa de revistas o semanarios. En el primer libro que publiqué junto a Daniel Hernández, el periodista David Ponce, explicaba de una manera muy elocuente cómo era esto en los 80, cómo se accedía a la música y era un panorama desolador. No había medios de música, sino breves en las secciones de espectáculos. Ahí se juntaba todo y todo el mundo podía escribir de cualquier cosa, porque daba lo mismo. La prensa musical en Chile es súper joven, del año 90 en adelante comienzan a aparecer nombres como la Marisol García y David, quienes, junto con otros periodistas de ese tiempo, repensaron su oficio y se dedicaron de forma especializada. Son casi 30 años de eso, que es muy poco tiempo, si a eso le sumamos que somos un país chico, con una escena musical chica, con muy pocos medios de comunicación, muy poco diversos, entonces es evidente que será un campo donde mayoritariamente existirán hombres. Hay muy pocos puestos de decisión que pueden ser ocupados por mujeres, porque por lo general -casi como norma-, históricamente estos lugares han sido cooptados por ellos. A esa falta de diversidad se le suma el problema del financiamiento. En el poco tiempo que llevo, he visto a muchas mujeres querer dedicarse y abandonar, porque no existen las condiciones idóneas para insistir y, si bien nadie pide que esto sea un campo de margaritas por el cual poder correr, por lo menos se necesitan las condiciones básicas para poder escribir y, por condiciones básicas, me refiero a un sueldo que permita trabajar de manera sostenida y dedicada.
¿Cómo crees que evolucione todo esto?
Creo que en la medida de que exista un financiamiento va a existir el tiempo para poder dedicarte a tomar estos temas en profundidad. Eso es lo básico. Cuando una persona tiene el tiempo para entender la visión de un proyecto, de armar un equipo, tener las condiciones para que ese equipo esté contento y cómodo trabajando, se abren todas las posibilidades del mundo a la hora de escribir o investigar un tema. Sin esa base, todo lo que se construya, con todo el ímpetu y las buenas intenciones, puede desmoronarse de una manera muy fácil.
¿Crees que el periodismo debe ser activista y tomar posición sobre temas?
Se habla mucho de que el periodismo tiene que ser objetivo, aún existe esa vieja discusión, incluso hay muchos periodistas que siguen pensando en el oficio y en ellos mismos como observadores distantes de lo que relatan. Creo, sinceramente, que es imposible. Por más que se intente tener distancia, mantener un ojo clínico, puro e higiénico, no existe tal cosa. Toda mirada es afectada por la experiencia, por la vida, contextos y circunstancias. Si bien hay un tipo de periodismo informativo que se ciñe a describir hechos, contrastar información y datos, eso no significa que su mirada sea objetiva, hay un punto de vista ahí. Hay millones de casos, en Estados Unidos, por ejemplo, hay medios que se posicionan frente a un candidato determinado de manera muy transparente, dicen nosotros informamos desde esta perspectiva y vamos a apoyar a tal candidato; yo, al menos, estoy más por esa opción, de develar transparentemente cuál es la perspectiva con la que se lleva a cabo el trabajo. Eso es mucho más honesto que decir sí soy objetiva, mientras sabes que existe una mirada desde la que escribes. Siempre hay un punto de vista y a mí, al menos, me gusta el lugar donde existe completa honestidad, que la gente que lee sepa perfectamente desde qué lugar viene lo que hago, que quede eso super claro, pueden estar de acuerdo o no, eso es otro tema, es algo que solo le incumbe a ese lector, pero es engañoso seguir repitiendo ese discurso de la objetividad.
¿Qué posición has tomado tu respecto a los grandes temas y cuáles es tu mirada al enfrentar tu trabajo?
Desde hace muchos años dije que tengo una agenda feminista, ese es mi punto de partida. Ya sea para escoger temas, escribir o entrevistar. Como mujer feminista, no puedo serlo solo en mi tiempo libre y en mi trabajo olvidarme de eso. Uno no puede separar esos espacios. Eso siempre está en el primer lugar y he tratado de hacerlo en todos los lugares donde he estado.
Editorialmente, cuando me dices que tienes una agenda feminista, ¿en qué se traduce eso en la práctica?
Son varias decisiones, tiene que ver con una forma de hacer las cosas, con dar visibilidad y diversidad a artistas, desechar ciertos prejuicios que existen en la música y tiene que ver también con los modos de trabajo. He tenido editores muy buenos y otros no, que han sido machistas y quizás aún peor que eso, porque vuelven cualquier trabajo en algo mediocre y prejuiciosos. Pero de estos último he aprendido a cómo no hacer las cosas. Creo que tiene que existir un modelo más horizontal y eso en todo orden de cosas; preocuparnos de que existan voces diversas en todos nuestros temas y buscar esas voces, por más hombres que existan en el campo, por más que digan que estamos forzando ese espacio; por que sí hay que forzarlo, hay que esforzarse a salir de lo común, y quiero que haya más mujeres, porque esas voces permiten una perspectiva diferente y distinta a la que siempre existe. Necesitamos hablar de la música desde experiencias y puntos de vistas diversos, eso solo puede enriquecer el registro que vamos a dejar.