Raymond Pettibon: “Estás solo, te deseo lo mejor”

El creador del inconfundible logo de Black Flag y artista que marcó a una generación de músicos, punks y parias varias, habló con Grieta Mag para darnos su visión del fin de estos tiempos.

Por Laura Estévez y Sebastián Herrera.

A principios de los ochenta la única guía real de lo que estaba pasando eran los flyers. Eso y el boca a boca. Algo similar a lo que ocurrió en Chile hace pocos meses, cuando la ciudad se vio invadida por carteles, pinturas, collage, diarios, fanzines, posters, tipografías e intervenciones hechas con desechos, balines y lacrimógenas que fueron adheridas a los muros para dejar registro de los acontecimientos. 

De pronto los muros de Chile fueron una gran página que narró los tiempos del movimiento. Eso hasta que todo se acabó. La cuarentena y estados de excepción permitieron la higienización de la ciudad y, de paso, eliminaron el registro efímero que dejó el “despertar”. 

Hace treinta años la historia fue similar. Los panfletos, afiches y muros dieron cuenta de otra época oscura. En Estados Unidos, en tanto, piratas con baquetas, amplificadores y guitarras, navegaban en camionetas, remolques o pequeños autos. Entre calaveras y banderas negras, hicieron la anarquía flamear. Muchos de estos símbolos fueron similares a los geoglifos que hoy se estudian con detención, pues, contienen en sus contornos, registros de una época extinta. 

Gran parte de todo este imaginario fue creado por Raymond Pettibon. A quien seguramente has visto en más de una polera, tatuaje, sticker, portada de álbum o afiche de la escena punk y hardcore de los ochenta. Imágenes grotescas y violentas, con gran primacía de dibujos y pinturas conceptuales, que dialogan constantemente, con ideas, pequeños chistes, insultos y murmuraciones, en un tejido incorruptible, que busca obliterar cualquier ambigüedad. 

El nombre real de Pettibon es Raymond Ginn. Su padre le puso Pettibon, como parte de un juego absurdo que acostumbraba a hacer, poner nombres estúpidos a las personas. Raymond era Pettibon, por un jugador de fútbol: John Pettibon. Su hermano, Greg, era Tiger. Sí, Greg Ginn, el mismo que fundó el reconocido sello underground, SST, y quien dio vida a una de las bandas punk fundacionales del movimiento: Black Flag. Agrupación que, si no conoces musicalmente, seguramente has visto adherido a la piel en su inconfundible logo de cuatro barras, que emula una bandera anarquista. Ese símbolo fue también una alianza, la de los hermanos Pettibon y su labor en dar cara y sonido a un movimiento que emergía. 

Pettibon se hizo conocido en su adolescencia por ser quien dio vida animada al descontento, imagen que caló profundo en el imaginario de cientos de jóvenes que debían lidiar, diariamente, con un mismo malestar. Ahí, entre freaks, punks, y marginales que se vieron reflejados en carátulas y afiches de bandas como Sonic Youth, Minutemen, Black Flag, Circle Jerks, y OFF!, entre un montón más, se convoca un imaginario que ironiza con el poder, la autoridad y la vida en Estados Unidos. Surfistas, punks o políticos, que se distribuyen en líneas de color concéntricas; herencia adquirida del dibujante norteamericano Milton Caniff

Sería injusto, sin embargo, reducir la carrera de Raymond a la escena punk. Su obra es una de las más reconocidas de la costa oeste estadounidense, marcando un real sello en la generación de artistas de Los Ángeles, donde también se puede encontrar a Paul McCarthy y Mike Kelley; quienes, junto a Pettibon,  reflejaron la realidad del mencionado lugar, a partir de la cultura underground, las ficciones de la industria de Hollywood y el odio corrosivo hacia el imperialismo norteamericano. 

En su obra abunda esa atmósfera de “guerra implacable” contra “enemigos poderosos”, entre olas que auguran tsunamis, cuerpos desmembrados, rostros magullados y políticos despojados de cualquier autoridad. Una suerte de retratos o pequeños fragmentos del fin. 

Vaya suerte, justo lo que conceptualmente trabajamos en esta edición. 

Parte de tu trabajo, directa o indirectamente ha permitido dar vida visual a los sonidos, ¿qué imágenes te entrega la música que hoy vivimos?

Ostentación.

También soy compositor, escribí “Mandy”. Los musicales y la ópera son lo que más amo. Creo que merezco más crédito en el ámbito musical que simplemente el libro y el libreto. Palabras y música/visuales. También hago disfraces, pueden llamarme Edith Head.

¿Qué tan importante es la música en tu vida y de qué modo crees que alimenta tu forma de concebir tu mundo y el arte?

Existe una separación profunda entre la música y el arte. Escribo canciones que todo el mundo quiere cantar. De hecho, escribí “Mandy”. Vengo de Rodgers y Hart, Rodgers y Hammerstein, el teatro musical, la ópera y el punk rock. Mis compositores favoritos de canciones son Hoagy Carmichael, John Mercer y Cole Porter.

Tu trabajo retrata muy bien la violencia de los tiempos. ¿Crees que los movimientos sociales, como los ocurridos en Chile y gran parte de Latinoamérica, y los últimos episodios vividos en Estados Unidos, sumado a un virus que ha atacado a todo el mundo, son señales de que estamos frente al fin de un modo de vida? ¿hacia dónde crees que evolucionará todo esto y de qué forma el arte se ha hecho cargo de estos problemas?

El arte no puede ni siquiera hacerse cargo de sí mismo. No soy fan ni de Allende ni de Pinochet. Todo ese cliché de los Chicago Boys haciéndose cargo de la política en Chile… no, no lo compro. Mi posición política, si es que tengo alguna, es que estoy en contra del imperialismo norteamericano. Creo que hay un hilo constante a lo largo de mi carrera que deja ver justamente eso. Soy crítico del régimen estadounidense porque vivo acá. 

La música, las palabras, el diálogo, la ciudad y su entorno son parte de los elementos que utilizas en tu trabajo, pensando nuestro actual momento, ¿cuáles son los sonidos, palabras, diálogos, ciudades y formas de vida que crees que sobrevivirán a estos tiempos de violencia y crisis sanitaria?

Disonancia. Más allá de eso, y a pesar de que deseo lo mejor, el futuro no se ve nada bien. Quizás Jimi podría explicarlo mejor que yo. No soy músico, sin embargo, escribo canciones.

¿Cuáles son los elementos que hoy te nutren creativamente y qué elementos que utilizaste en tus inicios aún mantienes?

Libros viejos, mohosos.

Tus trabajos son una especie de fragmentos de nuestra realidad, si pudieras describir cómo llevarías a cabo el fin de ésta, ¿cómo sería?

Partes y fragmentos, probablemente ahora con un big bang, o un gemido, o algo entre ésas dos. 

Parte importante de tu trabajo está relacionado a la palabra, si pudieras escoger una frase que sintetice la viñeta de nuestros tiempos, ¿cuál sería?

Estás solo, te deseo lo mejor. 

Con amor, Raymond Pettibon. 

En 1977, Carl Sagan envió el Golden Record a través del Voyager I y II hacia el espacio, ambos fuera de nuestro sistema solar hoy en día. ¿Cuál es tu opinión sobre este álbum? ¿qué enviarías hoy día en un Voyager III?

Estoy completamente en contra de la NASA y sus programas espaciales. Billones de dólares tirados a la basura, gastos que podrían haber tenido un mejor uso que crear la ficción del hombre en la luna y otras intervenciones en el espacio. Militarizar el espacio… billones de dólares. Ese dinero podría tener un mejor uso salvando vidas. 

10. ¿Qué canción te hace pensar en la muerte?

Voy con September song, de Kurt Weil. 

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