
Algorecords casi logra la mayoría de edad, en noviembre cumplirán 18 años, excusa suficiente para tratar de rastrear las piezas que nos permitirán analizar a una comunidad que parece a punto de desaparecer. La canción “El Sonido”, de Guiso, grabada en este sello, nos ayudó a delimitar el universo de la entrevista, quedando como resultado gran parte de las once bandas que fueron mencionadas en la misma canción: Griz, Mota, Orate, Yajaira, Ramires, L’ patina la frente, Familea Miranda, Díacatorce, The Ganjas, Pendex, y Hielo Negro. Contactamos a un integrante de cada proyecto y tratamos de reconstruir la historia del rock de la primera década del 2000.
Por Sebastián Herrera
Era lo más similar a esos mosh, de los que uno era parte a los quince años, solo que ahora varios habíamos perdido gran parte de nuestro pelo, lucíamos más arrugas y nos cansábamos con más rapidez. El Bar Loreto era un sauna. La gente estaba arriba de los sillones, mientras coreaban “Olé Olé”, el himno a estas alturas, de la intermitentemente extinta banda Guiso. Esto fue durante una de las reuniones anuales que suelen hacer. Una reunión nostálgica realizada el 2017 o 2018. Las cosas han cambiado desde ese momento a la fecha. La humedad del lugar le daba ese calor melancólico de un tiempo distante, todo parecía parte de una performance, una acción de arte que retrataba ese tiempo, de recitales en vivo y de cuerpos compartiendo el mismo ambiente. Algo cambió o algo va a cambiar.
Algorecords es un sello independiente que debe su nombre al mínimo común denominador de los hermanos Álvaro y Alejandro Gómez:
Al + Go = Algo
Ambos reunieron en ese espacio nostalgia, crudeza, bajos presupuestos y grandes dosis de originalidad, proveído del enorme volumen y colecciones de vinilos, CDs, zines, documentales y revistas de música producidas décadas antes, y que sirvió de manual de uso para entender cómo hacer las cosas. El single “El Sonido”, del álbum del mismo nombre, editado el 2004, por Guiso y grabado en Algo, es una suerte de resto arqueológico, para entender un movimiento que surge en pleno cambio de milenio. Si queremos saber qué fue, qué es y qué será el sonido rock en nuestro país, un muy bien inicio es este track. La mirada hacia atrás —rock de los 70’s, 80’s, 90s— el ahora —llegada del 2000— y la mirada futura, nos dan más que un panorama de una casa discográfica, pues nos permite ver cómo era una generación.
La escena garagera, de pronto y sin mediar aviso, se tomó los escenarios y plataformas. Creó sus sellos, espacios y medios de comunicación, en un giro para el underground que le permitió revitalizar la escena del rock nacional y ver nacer a una nueva camada de músicos.
Álvaro Gómez (Algorecords – Perrosky – Guiso – L´patina la frente): “Cuando comenzamos, no sabíamos realmente qué era o qué significaba hacer un sello. Siempre nos interesó mucho lo que había detrás de los discos. Revisábamos las carátulas buscando quiénes los grababan o quiénes estaban detrás del sonido de la banda. Intuíamos que quienes lo hacían eran parte fundamental de lo que estábamos oyendo”.
Alejandro Gómez (Algorecords – Perrosky – Guiso): “Partimos viendo documentales, nos conseguíamos cintas en VHS a través de amigos, con ellas tratábamos de interiorizarnos más sobre la forma de trabajo de cada grupo. Nos marcó mucho, “Instrument”, de Fugazi, porque nos demostró que, si ellos podían hacer sus giras, encontrar sus propios lugares para tocar, grabar sus discos y ser sus propios managers, por qué no podíamos hacerlo nosotros también. Guiso se transformó en el chivo expiatorio de todo esto. En el grupo pusimos en práctica todo lo que aprendimos”
Miguel Montenegro (Necrosis – Supersordo – Yajaira -Electrozombies): “En el underground, al menos cuando comencé, era de una precariedad absoluta. No había nada, hubo que inventar todo. Ocupábamos sedes de barrio, de hecho, el primer concierto de mi vida fue en un patio del sindicato de taxista de Ñuñoa, que estaba cerca de dónde vivía. Eso fue en diciembre de 1985. Era lo que había. Nunca nos dimos cuenta si era duro lo que vivíamos, porque no había nada más. Y eso es lo maravilloso. Uno alucinaba, imagínate la energía de tener quince años y estar haciendo eso era más fuerte que cualquier otra cosa”.
Alejandro Gómez: “Hay bandas que te recuerdan que tocar en vivo es algo esencial y que eso se está perdiendo. Una banda puede maquillar todo lo que quiera un disco. Pero en vivo cambia todo. He visto bandas que lograron en directo una catarsis que recuerdo hasta hoy. Cuando vi en el Mist a Hielo Negro, con su formación original, sentí que estaba viendo a una de las mejores bandas del mundo. Es un grupo que te marca por su forma de tocar en vivo. Después de las primeras tocatas que fuimos como espectadores, quedábamos muy locos y en la sala de ensayo tratábamos de recrear, a nuestra manera, lo que habíamos visto y sentido ese día. Creo que, si algo se está perdiendo, es eso, la energía de tocar en vivo”.
Marcelo Palma (Hielo Negro): “Queríamos hacer un sonido audaz, por decirlo así, y muy pesado. Teníamos un rollo muy nuestro también, algo sureño que proyectaba humildad como músico, pero una vez en el escenario, lo dábamos todo, con mucha intensidad e identidad. Espero hayamos aportado algo motivando a otros músicos y personas a generar una movida más propia”.
Aldo Benincasa (The Ganjas – The Versions): “Creo que en 1994 y 1995, justo en mitad de la década, el rock vivió una suerte de cúspide, en cuanto a ediciones, producciones y cantidad de bandas. Nunca hubo tantas bandas en Chile como en ese año. En ese peak, los sellos trataron de agarrar bandas underground, porque encontraron que había algo ahí a lo que seguramente podían sacar provecho. Y en eso tomaron a bandas realmente independientes, que nunca se acomodaron al formato masivo, como los Fiskales, Entrecalles, Pánico, Los Peores de Chile, Machuca, Los Tetas, Santos Dumont, era un lote más o menos grande. Pero todo comenzó a caer lentamente, hasta que en 1999, prácticamente, ya no podías ir a ver música en vivo, porque casi no había, por lo menos para mi circuito. Esto pasó porque las bandas, en su mayoría, desaparecieron. Quedaban muy pocas, contadas con los dedos de la mano, por ejemplo, estaba Yajaira, que siempre ha estado, o Pánico, pero ya estaban haciendo las maletas para irse a Francia”.
Miguel Montenegro: “Chile estaba en pañales. La percepción del fenómeno de los noventas fue mucho más que la realidad. Después de un tiempo, todo se comenzó a desinflar, porque los sellos comenzaron a ver que no existía ese público que pretendían tener. Las compañías se desilusionaron y cortaron los contratos de todos. Y las bandas tuvieron que volver a su nicho, al ‘Hazlo tú mismo’. Fue volver al origen, empezar a hacer ellos mismos sus tocatas, grabar sus discos, crear sus sellos y estudios, volviendo a lo que ya se había hecho antes. Si esto fue mejor o peor, no lo sé. Solo sé que todo se volvió más real”
Matías Alarcón (Orate): “Creo que lo que pasó fue muy representativo del momento, en el sentido de que muchos empezamos a hacer música independiente, a tocar en bares y tener una filosofía punk, sin ser necesariamente punks, porque teníamos ganas de armar algo. Esto permitió poner la autogestión en la música nuevamente en relieve. Como la relación con los sellos ya no era posible, todos comenzamos a hacer nuestras propias cosas, a grabar nuestros discos y a hacer nuestros conciertos, simplemente, porque queríamos hacer música a toda costa”.
Álvaro Gómez: “En el 2000 nosotros éramos inexistentes para todos los medios. Con el revival del rock a nivel mundial, la gente empezó a preguntarse cuál era el símil chileno de todo eso. Coincidió que ya varios grupos estaban haciendo cosas parecidas y eso nos ayudó a ser como una especie de punta del iceberg de lo que estaba ocurriendo en la escena”
Alejandro Gómez: “En esa época, el Álvaro (Gómez) y (Álvaro) Guerra, eran fanáticos de la Rockdelux. La revista venía con unos sobres con compilaciones que salían en cada número. Cuando vimos esto, pensamos que podía ser económico para nosotros hacer algo similar. Y así hicimos los primeros discos, cortando y pegando nosotros mismos cada CD. Después Guerra se metió mucho en el tema del stencil, así que comenzamos a hacerle este tipo de diseños a cada carátula. El proceso al final pasaba todo por nuestras manos, cortando, pegando, quemando discos y sellándolos en una máquina que había en un supermercado y que nos conseguimos con un amigo. Se fue dando así, fue algo muy intuitivo, que se comenzó a formar, porque queríamos sacar la música que a nosotros nos gustaba”.
Álvaro Gómez: “No pensamos hacer un sello, al principio solo queríamos tener una casa, para poder ensayar y grabar con Guiso. Tocamos un montón de puertas de sellos tradicionales y, en vista de que eso no se dio, fuimos buscando maneras de hacer nuestro propio circuito. Todo lo que hicimos fue a partir de las puras ganas de hacer y convencernos que debíamos echar para adelante el proyecto”.
Luis Felipe Saavedra (Mota -The Ganjas): “Algorecords fue central en un momento, no solo como sello, sino como lugar físico, en el que se reunía mucha gente. Ahí ensayaba Ramires!, The Ganjas, Yajaira, Guiso, en fin. Cuando hay un lugar que reúne a tantas personas es inevitable que comiences a compartir gustos, conversaciones, colaboraciones, etc. Lo que ocurrió con esa escena tiene que ver mucho con eso, con la amistad. Éramos muy amigos y mucho de lo que se generó tuvo que ver precisamente con ese punto, con compartir y escucharnos mutuamente. Si bien todos aprendimos de la escena independiente que nos precedía, sobre todo en lo referente a cómo se hacen las cosas, también hubo mucho de ensayo y error, de hacer afiches, fotocopiarlos, pegarlos. Era algo de harto esfuerzo, de salir de noche con engrudo, conseguir tocatas, en fin, lo que implica tener una banda”.
Marcelo Palma: “Toda la búsqueda de los noventas derivó en ese “sonido” que fue el trabajo de muchas bandas que andaban en la búsqueda de su perfil e identidad. Durante el 2000 esto se materializó en una cultura de amplificadores antiguos, sistemas a tubo, pedales etc., en el fondo la búsqueda de un sonido distinto, que desencajara de los moldes estandarizados, por lo que mucha música nueva de los noventas terminó por definir el carácter y propuesta de algunas bandas del 2000, que fue una escena con identidad propia, chilena y variada por lo demás. Los hermanos Gómez participaron con Guiso en esta escena y plasmaron parte de ella creando su sello y, por ende, ayudando y dando lugar a varias bandas más”.
Rodrigo Katafú (Ugatz – Familea Miranda – Supersordo – Niño Símbolo – Kaos): “Esa época fue muy positiva, hubo un montón de cosas para hacer. No sé si fue que se puso de moda ser independiente o toda esa filosofía del “Hazlo tú mismo”, que vino después de toda la enseñanza gringa de los noventa, pero acá eso se empezó a imitar”.
Álvaro Gómez: “No importaba si nosotros tocábamos rock crudo, punk, garage o lo que fuera, creo que lo interesante era precisamente eso, que no importara mucho qué hacíamos, sino los cruces posibles que se generaban.
Álvaro Ramírez: (Ram y Los Mixes – Ramires!): “Todas esas bandas tienen hoy una especie de 2.0, o por lo menos armaron otros proyectos. Todos están tocando en grupos más maduros. El Cristóbal de Pendex, después armó Los Chinches, que me encantan, hay otros que continúan como Tsunamis o Sam Maqueira, con Ganjas y todas sus otras bandas. Creo que todos siguen tocando, con mayor o menor visibilidad, pero sigue la gran mayoría de esa generación muy activa”.
Rodrigo Katafú: “Aunque es cierto que el rock no tiene la presencia que tenía antes en los medios, se sigue haciendo, sigue estando ahí. Si el rock tiene que morir, está bien que muera. Pero en el caso que tenga que morir, morirá y volverá, como siempre ocurren en esas oleadas, estilo vuelven los ochenta, vuelve los noventa, vuelve el 2000, bueno, en algún momento también dirán que volverá el 2020”
Alejandro Gómez: “El rock siempre va a ser rebelde, es el alumno que se sienta atrás de la sala y desordena la clase, es el que busca hacer algo distinto, el rock es una actitud para enfrentar el arte y la vida. No creo que muera. Hay mucho rock, hay muchos músicos subterráneos que siguen manteniendo muy viva la escena y que solo hay que meterse a buscar”
Cristóbal Dumay (Los Chinches – Pendex): “Creo que es super importante hablar de la generación anterior a la nuestra. Mi hermano mayor tocaba en Pánico. Desde ahí comienzo a conocer a la gente de su generación, como los Yajaira, Fiskales, o Supersordo, que después fue Familea Miranda. Estaba esa generación del underground de fines de los noventa muy presente. Yo iba la casa de Eduardo y la Caroline (Nova Materia – Pánico), con mi hermano, que era donde ensayaba Pánico. Me llegaban cassettes por todos lados, por ejemplo, el Aldo Benincasa también era amigo de mi hermano y él me vendía cassettes piratas, entonces, toda esa gente era como mi Spotify. Me llegaba información de todos lados, desde U2, The Cure, Sex Pistols, Descendents, Public Enemy”.
Alejandro Gómez: “Si hay que buscar etiquetas, creo que nos sentíamos más identificados con el punk, pero por un tema de filosofía. Para mí era más punk tocar en el mismo escenario con una banda de jazz, que ponernos los pelos de punta. El punk era una manera diferente de ver las cosas, presentar las ideas y vencer prejuicios. Tuvimos la fortuna de que nuestros amigos estaban en la misma, por eso El Sonido fue nuestra forma de decir gracias y rendirles tributo a nuestros propios amigos, es el reflejo de nuestra manera de ver la música. Lo que hacemos es una especie de tributo a la música y a las bandas que, de alguna u otra manera, nos han influenciado”
Álvaro Ramírez: “Recuerdo que cuando estaban anotando las bandas que saldrían en la canción, lo más difícil para ellos era decidir quiénes quedarían. Esa parte Alejandro la improvisaba en vivo. Entonces, hicimos una especie de reunión que, en parte, era un carrete, no era una reunión formal ni nada por el estilo, simplemente empezamos a imaginar qué pasaría si escucháramos ese disco en quince o veinte años más, qué nombres dejarían una huella. La idea era darle visibilidad a todas esas bandas que estaban gritando, haciendo cosas y construyendo escena”.
Aldo Benincasa: “Ahora hay menos sentido de comunidad. No puedes avanzar mucho si estás solo. Uno necesita de una comunidad de bandas o artistas, no necesariamente tienen que tocar lo mismo que tú, pero se necesita de eso para crecer, además de un sello detrás, de lucas, etc”.
Álvaro Gómez: “Están mutando hacia otro lugar las cosas. Antes quizás había mucho más rock y ahora hay más hip hop o trap. Tal vez tiene que ver con la cercanía que tienen esta música con los más jóvenes, o porque quizás les ofrece más libertad, no lo sé. El caso es que algo cambia, así como la atención que se le da ahora a la canción, por sobre un disco. Antes yo daba vuelta el cassette una y otra vez para apreciar la obra. Hoy veo que los más jóvenes escuchan una canción de reguetón, después una de punk y en esa rapidez han comenzado a tener otra forma de relacionarse con la música”.
Álvaro Guerra (Guerra -Guiso – L’patina la frente): “Las formas de comunicar cambian pero el mensaje sigue siendo el mismo, cada estilo tiene su momento y las formas de producción van cambiando mucho, hoy estamos en una era democrática e inclusiva por ende la electrónica ganó mucho terreno y sirvió de tierra fértil para crear y gestionar a una generación que tiene las mismas intenciones y ganas de sus predecesoras. El rock no es moda como la electrónica tampoco, sería mezquino pensar que porque un género pasó a segundo o tercer plano está muerto. Las vanguardias comparten espacios, conocimientos y son referenciales. Su valor es innegable”.
Aldo Benincasa: “Recuerdo haber ido a una de las fiestas Extravaganza! Ahí tocó Guiso. Cuando los escuchamos nos dimos cuenta que estaban pasando nuevas cosas y, lo mejor de todo, es que eran buenas. Porque eran cabros, creo que tenían 18 años, con suerte. Pusimos el ojo ahí, porque lo que hacían estaba bueno. Esa misma noche nos presentamos, intercambiamos teléfono, nos empezamos a juntar, les presentamos a la gente de Yajaira. Y ahí comenzó a unirse todo, los antiguos que veníamos de los 90 con los nuevos que estaban partiendo el 2000”.
Cristóbal Dumay:” Nos conocimos en la misma fiesta de la Extravaganza!, en la Zoom B. Ahí tocaron varios grupos y uno de ellos era Guiso. Cuando llegamos y empezamos a escuchar a la banda nos dijimos “la cagó este grupo”. Por fin habíamos encontrado a alguien que estuviera en una onda parecida a la nuestra”. Álvaro Gómez: “Desde el día uno, desde el primer cassette que grabamos en una grabadora de cuatro pistas, sin mayor pretensión que compartirlo con nuestros amigos o con quienes lo quisieran escuchar, lo más importante ha sido la música. En 18 años hemos grabado un montón de discos, hemos podido viajar, mostrar nuestro trabajo, conocer a un montón de artistas que han pasado por el sello y a un montón de gente que hemos grabado. Aún no perdemos el entusiasmo de trabajar con la música y la capacidad de gestionar ciertas cosas. Me gusta mirar lo que hemos hecho y ver cómo creamos algo que nunca imaginamos que nos acompañaría tanto tiempo en nuestras vidas”.
Revisa el registro de una generación, a través de las fotos de Aldo Benincasa: