SMOK / BRAIN DAMAGE

Sebastián Herrera

La imagen es esta: un bosque abre paso al suspenso, entre lo espeso y siniestro, la oscuridad juega con las sombras, las luminiscencias que muestran y ocultan sonidos que se instalan, intermitentes, en un anochecer a la deriva. “Brain Damage”, del productor nacional Smok, editado por el sello de la quinta región, Modismo, es un montaje fílmico, que construye imágenes a partir de espesos y brumosos pulsos psíquicos, una carretera perdida, o la inmensidad de Twin Peaks disuelta en la extrañeza sintética.

Primero nos sitúa. Luego el bajo, la resonancia que hace vibrar al cuerpo, golpes metálicos e industriales, nos entregan nuevas capas a la imaginería techno. “Old Signal Radio” es una apología referencial, los sonidos se extraen desde los principios industriales del Detroit de principios de los noventas, un curso sombrío y distópico, donde la electrónica de ghetto es la imagen que se disuelve hasta dar con el eriazo, margen y consigna en el que se posiciona este EP que, a través de aureolas lacerantes, rítmicas y psicológicas conducen a un trance de zonas oscuras.

Las velocidades de cada pulso nos sumergen en la penumbra. “Paranoia”, segundo track de esta entrega, juega con la celeridad de los tiempos del sci-fi, de ambientes y atmosferas narradas a través de susurros y estertores polirrítmicos. Ceros y unos caen en códigos, dando intensidad a un cuerpo que nos extravía en el sonido.

La rapidez hiere al cuerpo, el beat cae sobre beat, la tecnologización del lenguaje, el restablecimiento de los códigos, la lectura de datos y las estructuras fragmentarias, son elementos que componen “Virus on my computer”, segmento capaz de crear nuevamente patrones y líneas rítmicas, que dan identidad, parámetros de velocidad al conjunto, permitiendo que el volumen sonoro se diluya, ácido, bajo la lengua.

El error es creer encontrar una salida pareciera querer decir “Wrong Answer”, track que cierra el disco o, más bien, se transforma en el eterno retorno, que nos deja aislados en la oscuridad metálica que se esparce dentro del imaginario nocturno y brumoso de Smok.

Una imaginería distinta, sutil en su oscuridad, y de texturas voluminosas permiten dar con una entrega que se alimenta no solo de la electrónica, sino también de estéticas provenientes del metal e industrial, para dar con un nuevo punto de vista sonoro, enriquecido de otras vertientes y formas de concebir el sonido. 

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