Sebastián Herrera
Salir de la norma, acostumbrar a la escucha, relacionarla con zonas más áridas, menos pop, menos ortodoxas, pero al mismo tiempo, más amplias, dúctiles y discursivas, eWaste, Music for Washing Machines, del productor nacional White Sample, publicado por el sello local, Caustics, nos permite hacer ingreso a espacios experimentales, donde el ruido y glitch avanzan por una reconfortante secuencia de beats, que conducen y resaltan las libertades sonoras que se encuentran en este álbum.
Sin timón y en el delirio fue la consigna que utilizó Mario Santiago para dar cuenta de su propia escritura, un símil para este álbum, donde el ritmo sirve como riel para conducir los sonidos que se conjugan dentro un imaginario ondulante y explosivo. “Natural Network” o “The Smell of Carpet” son un excelente ingreso para entender las posibilidades sintéticas y sonoras que habitan el espacio. En ambas pistas se pavimentan nuevas texturas, rugosidad y asperezas, sin descuidar el ritmo, ni trance que emergen de cortes de ruido que se montan para luego sumergirse en ambientes metálicos y ácidos, creando un híbrido polirríitmico que sumergen el volumen en las profundidades líquidas de cada track.
“Used to live There” continúa en la misma senda. Sin embargo, la irrumpe con interferencias, pequeños exabruptos que lanza incontinentemente, abriéndose paso entre beats y break beats que orquestan una propuesta que cae como un alud en los sonidos. Mientras en “I Will not Forget” bailamos al ritmo de los sonidos escuálidos y mínimos que se extraen de resonancias aborígenes y rituales, que en contundentes líneas de bajo, dan con una corriente que puede ir a espacios igual de hipnóticos, como los de “No te creo nada”, que se mueve por influencias psicodélicas y lisérgicas, en un rush más anfetamínico y eufórico, que deja que los cuerpos que se asoman dancen como espectros entre la bruma.
Este viaje nos puede llevar a pasajes realmente inesperados, a parafraseos de 8 beats, como los de “Plickapraha”, donde el universo gamer crea una especie de submundo, donde la experiencia circuit bending nos llena de alucinaciones, en un páramo que se teje, a través de un hilo lúgubre e inhóspito que nos devuelve a los cimientos originales del disco. “No Focus No Pocus”, pone énfasis en la síntesis y atmósferas nocturnas, como si presenciaran una noche en vela de androides que se dedican a contar ovejas eléctricas.
Ese tránsito frecuencial nos puede llevar desde la beligerancia armada del beat, a la intensidades que se pega a la piel y abre cada capa, encontrando resonancias que se cohesionan hasta dar con un cuerpo sin órganos, de múltiples entradas y salidas que desestructuran la escucha, tal como “London Electric Shutdown”, track que se transforma en un mantra esquizofrénico, un oasis calmo y metálico hecho de acumulación, al igual que “Calling for Gold”, donde el imaginario recubre las materialidades como si fuera un oído, infectado de insectos, tirado en medio del jardín.
Ese tipo de imágenes se truecan en escenas como las de “Her Analogies Are The Best”, que pueden avanzar en sus sinuosidades, hasta darnos con parajes arpegiados que generan porosidad en la atmósfera, en un zumbido continuo de abejas que protegen el panal sonoro de “Sillicon Sand”, demostrando la perturbadora forma de entender la concatenación de sonidos.
Desde la concentración barroca a la escasez más naturalista, pasando por paisajes medios, como los de “Wind in your Eyes”, se pone acento en colores y matices lisérgicos que terminar en una vaporosa ensoñación de tambores rítmicos, tras un cristal opaco que reflecta la imagen distorsionada de los sonidos. “They All Go to Waste”, conduce a los pasajes sci-fi, de noches reflectantes y una realidad que, como en “Electric Dog Walk”, nos lleva, entre capas espesas, beats y glitchs, al cierre: “Everybody is leaving the Room”, track final que parece decir: aquí, en esta casa, el amanecer es una enfermedad. eWaste, Music for Washing Machines ese eso, es el material enfermo de los ritmos que llevan la experimentación, la búsqueda, el error e interferencia, a la prístina ruina del imaginario en expansión.
Escucha el disco en Bandacamp.