Sebastián Herrera
Muchos sabíamos de la existencia de Punk Planet, pocos fueron los privilegiados de tener una edición en sus manos. La revista, fundada en Chicago en 1994, por el autor, emprendedor y miembro del Centro para la Integridad y Excelencia del Periodismo (CJIE, por su abreviación en inglés), Daniel Sinker, se transformó, rápidamente, en un objeto de culto. Cada edición contuvo a lo más representativo del mundo independiente, en una entrega muy particular del pensamiento “Hazlo tú mismo” (D.I.Y. por sus siglas en el idioma original): Simple, directo y efectivo. A más de 25 años de su primer número, la editorial trasandina, Walden, nos trae “No te debemos nada”, libro que recopila las mejores conversaciones de esta revista, escogidas de la mano de su propio creador.
Autogestión, ecologismo, feminismo, antibelicismo, identidad latina, homosexualidad, entre diversas bandas, políticos, dirigentes, artistas y, realmente, gran parte de quienes tuvieron una mirada vanguardista y contracultural durante la década de los noventas y los primeros años del dos mil, fueron parte de los temas y personajes que dieron vida a una publicación precursora del periodismo independiente. Hoy, cuando los medios escasean, cada edición es un real tesoro, una joya extinta que nos hace preguntarnos si existe algo así como una evolución dentro del periodismo. Desde Noam Chomsky, pasando por Henry Rollins o Kathleen Hanna. En 13 años, el medio alternativo, consiguió no solo articular el discurso de los jóvenes, sino establecer problemáticas transversales que iban más allá de lo netamente musical.
Tras 80 ediciones, centenares de invitados y con su último número lanzado el 2007, la revista se transformó en una suerte de biblia del punk. Para los reales fanáticos, el 2001 Sinker lanzó una recopilación de lo mejor del zine. Anduvo dando vueltas bajo el nombre de We Owe You Nothing. En ella se pudo encontrar gran parte de las conversaciones con los personajes que dieron vida a la escena más dura del punk norteamericano. El libro, luego del cierre de la revista, se transformó en una reliquia sin traducción para el mercado hispanohablante, hasta que apareció Walden.
“El punk siempre se trató de preguntarse el ‘¿por qué?’ y luego hacer algo al respecto”, cuenta Sinker, en el prólogo de la edición. Y mucho de ese espíritu podemos encontrar en más de 30 artículos, que nos permiten entender una escena, década y las ideas de un género musical lleno de consignas. El libro no solo es un enorme documento sobre el género punk, sino también consigue humanizar a los héroes de esa generación. Si por momentos parecían sujetos inconmovibles, la intimidad de las conversaciones nos permite entrar a lo más hondo y vulnerable de cada personaje.
“Dios mío, tengo veintinueve años y nunca me convertí en un adulto”, confiesa Ian Mackaye, en la entrevista de apertura. La conversación se gesta en pleno apogeo de Fugazi y Dischord. Sin embargo, a pesar de ser el hombre que abrió espacio y masificación al hardcore, Straight Edge y la cultura D.I.Y., no deja de tener los mismos cuestionamientos que todo el mundo. Al menos, así lo deja de manifiesto el relato: “la gente de entre treinta y cuarenta años parece tener mucho menos voluntad de arremangarse e involucrarse en algo ridículo. Para mí, involucrarse en algo ridículo es la vida, porque la vida es ridícula”.
Otro ejemplo fue la entrevista con Kathleen Hanna. En medio del anunció de la ruptura definitiva de Bikini Kill, la vocalista accedió a dar una entrevista a Sinker, en la que aprovechó de reflexionar sobre la evolución, contrastes y búsquedas de la escena punk y el mundo creativo: “Para mí, era hora de hacer otra cosa, pero no puedo hablar por todas. Todas las rupturas son difíciles”, explicaba en el número 27, lanzada en 1998, para luego dar las razones de su primer disco como Julie Ruin: “Lo empecé, porque quería trabajar mucho, me estaba volviendo loca. Además, me harté del rock; quería hacer cosas que no supiera cómo se hacen”.
“No te debemos nada: Entrevistas escogidas de Punk Planet” es una capsula de tiempo, que no solo nos permite entender la génesis del punk, sino también su evolución e ideas que nos acompañan hasta nuestros días o, como mejor lo explica su creador: “Se trata de mirar el mundo a tu alrededor y preguntar ¿por qué las cosas están tan jodidas?’ y después se trata de mirar hacia uno mismo y preguntarse ¿por qué no estoy haciendo nada al respecto?”.
