NARVAL / NU-ERA

Sebastián Herrera

La ductilidad de la música electrónica nos acerca más a pensarla como una herramienta que como un género. Instrumento, hechizo, magia y religión; la electrónica es vudú de prestidigitadores, su uso puede llevarnos desde la pista de baile a la sudorosa rave, pasando por el calmo e imaginativo chill out, la repetición del techno, la escases del minimal y las futurologías sónicas que se imaginen. Sus usos son múltiples. Los propósitos diversos. Su presencia constante.

Nu – Era, primer LP de Narval (a.k.a. Gustavo Yáñez Rojas (bajo de la banda nacional Basado en Hechos Reales (BEHR)), lanzado por el label chileno Navegante, es un claro ejemplo de esto. Pasajes que pueden ir del breakbeats, jungle, deep house y jazz se encuentran para dar colores, velocidad, intensidad y cromatismo al bullente panorama electrónico local.

La precisión, elasticidad y docto conocimiento de ritmo, nos permite entrar en un viaje en el que capas, samples y voces se reúnen como si se tratara de vaho tetrahidrocannabinólico, en el que ambientes y texturas suaves y sinuosas se cruzan con beats que colisionan y rompen en una evolución caleidoscópica.

Los kicks que se mezclan con el golpe de hit hats y cajas psicoactivas nos permiten modular las sonoridades para entrar en secuencias libres que se articulan bajo el dictamen del pulso y la calidez de las atmósferas que oxigenan cada track.

No hay sonoridades hauntologicas, ni la melancólica mirada freudiana, al contrario, hay un fluir constante, una renacer permanente, una vitalidad que olvida lo conocido para entrar, sin ideas preconcebidas, a un mestizaje que admite absolutamente todo, desde la percusividad aborigen, pasando por el ritmo afro, el sutil soplo de bronces y melodías opalescentes.

“Nada es real, todo está permitido” fue la última frase que pronunció Hassan-i Sabba, el guía de la secta hashshashin (palabra árabe con la que se nombró a los consumidores de hachís) y de la que el mago beat, William Burroughs, se aferró para dar rienda suelta al imaginario nocturno que, como aquí, pareciera buscar e insistir en ella. “Nada es real todo está permitido”, se repite para que las respuestas, como en este álbum, lleguen como un sueño.

Escucha el disco aquí:

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