
Músico y psicólogo, fue miembro de la banda local BORAJ antes de establecerse como solista. Su sonido se distingue por el uso de texturas, cuartetos de cuerda y algoritmos probabilísticos, su última incursión fue el disco ‘Música para Nuevos Tiempos’; álbum que creó junto a Christopher Royal King, antiguo miembro y productor de la banda instrumental estadounidense de post rock, This Will Destroy You, y que publicó bajo el sello islandés INNI.
La música me aburre si no me invita a viajar. Da lo mismo el género, hay jazz que te invita a un viaje cósmico, como ocurre con Miles Davis, donde hay un universo sonoro que te permite profundizar y expandirte más. Me gusta que la música me sumerja en una emoción, pero también en un viaje introspectivo, casi una meditación, como meterse en un pequeño transe, como una buena película que, cuando termina, te deja pensando, dando vueltas, te invita a reflexionar y te cambia.
En mi último disco, con Christopher Royal, estuvimos conversando mucho sobre el estado del mundo, al mismo tiempo que éste nos remitió a una especie de música antigua. Quisimos que el viaje invitara a reconocer ese sonido antiguo, y lo que hicimos fue revisar muchos cassettes y cintas que saturamos y desintegramos.
El disco se llevó a cabo el año pasado. Todo partió, porque después de escuchar mi último trabajo, quiso que hiciera un remix de uno de los tracks del último disco de su banda, This Will Destroy You. Esa colaboración terminó en este disco. El trabajo fue a través de loops que le enviaba, violines o sintetizadores, muy bajo la idea de William Basinski. Christopher en menos de una semana me respondía, ordenaba lo que le enviaba y sumaba instrumentos, ya fueran más sintetizadores o pianos eléctricos, lo que permitió armar un relato.
Lo más importante fue conocernos y conversar, entender la mirada que cada uno tenía del mundo. Esto partió. Nuestras opiniones sobre las crisis sociales fueron muy similares. Me comentó que la esclavitud en Estados Unidos jamás acabó, sino que cambió su forma. Fueron muchas conversaciones de ese tono, de lo que pasaba allá y acá. Y luego la música salió sola.
No me considero un purista. Decidí trabajar con lo análogo y digital, Christopher tenía el mismo approach. Me grabé en cassette y lo enviaba en digital y él grabó chelos, hizo una galería de samples con ellos e introdujo en la grabación, los forzaba de forma externa con una máquina análoga o también con emuladores de amplificadores digitales, le dio una onda distinta, una distorsión muy post rockera.
Todo hoy es a través del computador. Si hay un sonido que pueda representar lo que hoy vivimos, es el sonido digital.
Brian Eno habla algo muy interesante. En los 70 los músicos se dieron cuenta que el estudio en sí era una herramienta más, no un final. Empezaron a usar herramientas electrónicas que habían sido creadas por otros motivos. Las reberbs son para las teleradios, efectos creados para telenovelas y luego utilizados en el rock, como el delay en la voz. Esto hasta que en los 70 se dieron cuenta que en el estudio podías conseguir que el sonido fuera parte del proceso compositivo.
Los Jaivas son muy importantes para mí. La primera vez que los vi fue el 2010. Tuve una época que intentaba verlos cada vez que tocaban. Me di cuenta que, si bien sus discos son muy buenos, en vivo eran mucho mejores. El día que escuché “La poderosa muerte” me pasó lo mismo que cuando conocí los sintetizadores por primera vez. Me hizo sentir que me abducían los extraterrestres, algo sensorial que me llamó mucho la atención. Cuando hago música busco eso. Algo más bien relacionado con las sensaciones, que lleve a un trance y que invite a un viaje inconsciente. Para conseguir eso, puedes darte muchas vueltas, por ejemplo, hoy trabajo mucho con los números. Hago reglas de probabilidades. Si tiro un dado y sale un uno, pongo una nota, un dos, otra nota más y así, voy programando algoritmos en función a probabilidades o generando sonidos, hasta que alcanzo a llegar algo inmersivo que me hace entender que cuál es el camino correcto y ver un lugar imaginario.
Tengo que cabecearme para construir algo. Cuando compongo, tengo que tener algo para investigar. Hace poco estuve trabajando en función a una métrica con variantes, con Christopher, quise explorar el violín en un contexto experimental y los tape loops, me refiero a que me dediqué a cortar pedazos y pegarlos. Es una técnica que se ocupa desde los 60, como en lo más pop de Miles Davis, en el Bitches Brew o en Tomorrow Never Knows de los Beatles, ahí había batería bajo, voz y el resto son distintos tapes. Lo llamativo de esta técnicaa es que después de cada reproducción cambia. No es como el digital, que siempre es la misma copia, no sale perfecto, el casette se puede mover solo algunos milímetros y el efecto es distinto. Decidí probar esto, hay un compositor norteamericano que me gusta mucho, Steve Reich, que utiliza esta técnica, o Brian Eno, en Music for airports, donde utiliza tape loops gigantes, también en el disco Another brick in the Wall, tenían un tape loop de tres metros.
Toco violín desde muy chico y no me atrevía acoparlo en mi proyecto solista. Había tenido antes un cuarteto de cuerdas. En la electrónica me gusta probar cosas que no sean 100% electrónicas, que hayan sonidos de un origen acústico real. En octubre del 2020 saqué un disco con una pianista y exploramos hacer loops de piano digital, hechos en Ableton y sitetizadores análogos. El 2019 saqué también un disco ambient que era loops de sintetizador con piano. Me gusta cuando la electrónica conversa con un sonido real.
Escucha el disco pinchando la imágen: