Silvio Paredes: Trastornos y revelaciones

Las artes plásticas como estudio, la musical como forma de vida, el bajo eléctrico y el stick sus medios de expresión; Silvio Paredes es parte indiscutible de la historia de la música chilena, no solo por proyectos como Primeros Auxilios, Electrodomésticos, o Los Mismos, sino por su consistente y experimental faceta solista, la cual toma elementos de la electrónica, rock y vanguardismo, para encontrar nuevas maneras de expandir su música y experiencias con ella.  Aquí nos cuenta, en primera persona, sus formas de concebir la música, el ambiente y la creación de atmósferas.

Para mí la música tiene que ver con una historia de vida. Soy hijo de un melómano. La presencia musical era el ambiente común. Mucha música clásica, jazz, soul cubano, aunque sobre todo jazz, todo el tema del bebop hasta las big bands, me llamaron poderosamente la atención. Cuando entré a la escena artística todavía no tocaba ningún instrumento. Recién a los 21 años toqué por primera vez un bajo, partí muy tarde, pero fue muy potente. Algo me trastornó. Estando en la visualidad, la música siempre me hacía viajar hacia algún lugar, ya fuera que escuchara Debussy con mi papá, o jazz, siempre existía una especie de recorrido mental o espiritual que me llenaba de imágenes, que construían una suerte de película en mi cabeza. Cuando empecé a tocar, simplemente seguí ese instinto. Pero cuando me metí realmente en el sonido fue cuando aparecieron plataformas y software de música que antes no habían. El primer disco de Los Mismos lo hicimos con un Cakewolk, en un computador Olivetti 386. Esas eran las herramientas que estaban en ese momento a la mano.

Soy una especie de maestro chasquilla. No entiendo la electrónica. A diferencia de otros que entienden de frecuencias, yo muevo y busco colores, sonidos, cosas que me resuenen y que me lleven hacia algún al lugar. Vengo, además, del mundo análogo. Me gusta las cuerdas, el stick, el bajo y la incorporación de sonidos electrónicos tiene que ver con encontrar cosas que estos instrumentos no hacen, como divisiones de tiempo que físicamente serían difíciles de llegar. Lo que hacíamos con los Electrodomésticos era buscar combinaciones numéricas imposibles y veíamos que pasaba, la idea era buscarnos un pretexto que gatillara algo, una invitación a hacer música. Eso es lo que realmente me gusta.

Todo comenzó en el colegio, si bien escuchaba mucha música, no la hacía, sin embargo, le comenté a un amigo que entendía todo lo que ocurría dentro de una canción. A pesar de esto, no me iba bien en el ramo de música, pero sí la podía sentir. Cuando llegué a la universidad conocí a un tipo que tenía un bajo. Comenzamos a improvisar, ahí descubrí que me gustaba eso que no tenía ningún sustento teórico que te dijera cuál es el paso que debías seguir, sino que las cosas se te revelaban. Supe que tenía la capacidad para hacerlo bien, entender lo que pasaba, que el bajo era mi instrumento, y cuando entendí estas cosas a corroborar todo esto. Esa fue la revelación que me trastornó. Cuando salí de arte, decidí tomar una decisión radical, me tiré un salto al vacío: me dedicaría 100% a este arte que no estudié. En el fondo sabía que era muy coherente, porque estaba ahí, era 100% instinto. Aunque suene hippie, sentí que había encontrado el sentido de la vida. Cuando pensaba en lo que había que hacer, como salir del colegio, estudiar una carrera, tener una familia, había algo que no me calzaba. De pronto, aparece esto que estaba totalmente fuera del programa, fuera de norma e muy inesperado, pero en mí fue entender de qué se trataba vivir. Porque lo otro no lo entendía, no era para mí. Ese momento fue una revelación. Fue ahí que me dije esto es lo que tengo que hacer. Esto lo debo hacer. Esto haré. Y en esto estoy.

Toda la música la trabajo instintivamente. El único método que tengo es pararme frente a las máquinas e instrumentos, prenderlas y comenzar a moverlas. Me tomé muy en serio esto de simplemente sentarme al frente y comenzar a mover cosas, porque de ahí salen las ideas. Hay veces que uno tiene ideas más claras, pero en otras no, entonces es importante para mí gatillar un sonido, probar una nota distinta, encontrar un camino, encontrar esa seña que te lleva al túnel que sigues hasta el fondo. Ahí los temas simplemente aparecen. Lo que no sé aun cómo explicar es qué es lo que ocurre que me permite saber que el tema está listo. Sigo mi instinto siempre.

Miles Davis dijo que no hay notas erradas. Esa idea es muy potente para mí, porque me hizo darme cuenta que no hay que tener miedo, de que hay que tener una fe ciega, porque siempre se llegará a un lugar que no podremos creer que existía, lleno de imágenes abstractas. Una de las bandas que quiero mucho, son Los Mismos. Nos entendemos muy bien. Recuerdo que las indicaciones eran “Estamos bajo el agua”, “Hace frío”, o “hay que buscar algo muy amplio”, lo lindo es que nos comunicamos así y musicalmente llegábamos a un resultado.

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