FASE 006: BRUXISTA

Como parte de la colaboración entre Grieta Mag y la Industria Musical Independiente Electrónica Chile (IME), comenzamos a discutir las posibilidades conceptuales de cada número. FASE son lives y entrevistas a distintos productores nacionales, que nos permiten descubrir, a partir de la música, el entendimiento que tienen de las ideas contenidas en nuestro sitio. Hoy es el “Estallido Social” y Bruxista el encargado de dialogar con este concepto.

Por Sebastián Herrera

Cartero, jornalero y microtraficante de drogas, era su descripción de MySpace. Irónico o no, lo cierto es que el guiño a oficios tradicionales, que remiten a esa capa social más invisible, son elocuentes y resonantes a la hora de conocer un trabajo que articula un imaginario rico en referencias, procedencias y particularidades. “Fue mi manera de encontrar mi identidad”, explica José Manuel Cerda, productor local que comenzó en la primera década del 2000, a darse a conocer en la escena, a través del uso de samplers, referencias melódicas y una mirada social de la música, que ha tenido como centros dos proyectos: Bruxista, con el cual trabaja en la actualidad, y El Sueño de la Casa Propia (ESDLCP), su primera aventura solista: “para mí significó marcar un precedente, un sello que podía ser atractivo para distanciarme de otras escenas con las que no quería conversar o de las que me oponía estética y políticamente. Tuve una adolescencia tumultuosa, me fui chico de la casa, estuve muy desorientado durante mucho tiempo y deambulé sin saber muy bien a dónde ir. La música me permitió poner los pies en algún lugar. Fue el primer paso para estabilizarme y salir un poco de la locura que vivía durante todo el día. Y de alguna forma, creo que lo que hice fue una demostración personal del poder terapéutico que puede tener la música en una persona que no tiene una vida muy clara”.

Bruxista encontró en la música la forma de dar rumbo a su vida. Eso también refleja su primer alias: un parafraseo al anhelo de la mayoría de los chilenos, pero que, en este caso, lo utilizó para dar cuenta de una búsqueda personal y una forma de de erigir un hogar, un lugar de pertenencia y un espacio en el que dar fluidez y amplitud a su mirada del sonido y el mundo.  Jazz, pop, softrock, hardcore, punk y música de baile conforman ese universo; una paleta de colores en donde también se encuentran otros aspectos e ideas. Ahí lo político no es demagogia, ni panfleto, sino una manera de entender el proceso creativo y de enfrentar el mundo: “Siempre he tenido un contenido político, es algo inherente en mí, que está muy presente en mi biografía. El arte tiene un potencial que va mucho más allá de ser un mero instrumento de entretención. Soy un optimista de estos momentos. Estoy muy feliz”, explica sobre el actual escenario, a más de un año del estallido social.

Hace poco relanzó, junto a Pueblo Nuevo, el álbum “Historial de caídas”, el segundo álbum de su carrera, pero el primero que lanzó con mayor consciencia creativa. En él se puede encontrar gran parte de su discurso: una mirada desprejuiciada en la que convive lo diverso, cotidiano, humano y político. Títulos como “Mangas de camisa” o “En la medida de lo posible” dan cuenta de esto, pero también otras cosas, quizás, más sutiles y menos obvias, pero más elocuentes y contundentes. El distanciamiento de los sonidos sintéticos y el uso de samplers, que pueden ir desde Rihanna, pasando por Nelly Furtado o David Bowie, son un ejemplo de esto. “Ciertos lenguajes pueden hablar o sugerir una postura política, pero nunca me he planteado eso. Si bien en los títulos de mis canciones o álbumes se expone una posición evidente y explícita, en la música se da de manera más natural. En el caso de ‘Historial de caídas’, lo veo como un homenaje a las posibilidades creativas del computador y de cómo es posible generar un lenguaje nuevo desde ahí. Me planteo políticamente en los títulos, pero en la música, si bien, también existe eso, creo que está más ligado a otros aspectos, como a la creación libre y desprejuiciada. Eso, para mí, es lo que considero realmente político”.

Si bien el nombre es sugerente y podríamos encontrar consonancias desde distintos lugares, ¿que buscaste con ESDLCP?

El Sueño De La Casa Propia es un nombre que se circunscribe al momento histórico en donde nace el proyecto. A mediado del 2000, dentro de una escena que aún estaba vinculada a lo que había pasado en los noventas y que tuvo una herencia muy fuerte, con todo el tema de los chilenos-alemanes o el mundo de las raves. Si bien era algo valoraba y valoro, creo que tenía un dejo elitista y frívolo que no me interesaba, pese a que quienes lo impulsaron venían con una carga historia y política bastante clara y pesada. Sin embargo, había algo, un dejo primer mundista que predominaba. Mis búsquedas no estaban ahí, estaban en otros lugares, como el punk o en el hardcore más extremo. Yo venía de una onda más callejera y diferente. Este mundo de los europeos que llegaban con sus grandes equipos, solo vino a demostrar lo privativo que era hacer música en ese tiempo. Entonces, el proyecto se enmarca en ese lenguaje, en uno que se opone a todo eso que viene de afuera, con sus máquinas y recursos, para contrastarlo con mi realidad de obrero y con algo más enraizado en la calle y Chile”.

¿Qué referencias tenías en el proyecto?

“Estaba más relacionado a bandas como Animal Collective. Ese era su universo y los sonidos que exploré, pero siempre desde un lugar particular, hay muchos samplers de folk psicodélico, de softrock tipo Fleetwood Mac, o Paul Mccartney, mezclado con beats o estructuras rítmicas sacadas de R&B y todo eso junto daba algo más personal. ‘Historial de caídas’ fue un tributo a las posibilidades creativas de la música hecha en computador. Creo que fue el resultado de entender cómo se podían extraer elementos de diferentes lugares, desde mundos muy opuestos, y crear un lenguaje diferente y propio”.

Si bien la estética como política es una especie de leitmotiv de sus trabajos y un elemento que predomina en su discografía, lo discursivo no deja de ser un color que tiñe ese horizonte más amplio de la música. El estallido tiene algo de eso también. La diversidad cultural que se encontró en las calles buscaron hacer manifiesta la multiplicidad de voces y búsquedas que existían en Chile. Encontrarse en la diferencia fue el gran descubrimiento que se reveló –y rebeló- desde el 18 de octubre. Escolares, trabajadores, colectivos y micropolíticas comenzaron a hacer visible el descontento acumulado durante 30 años: “En lo personal fue muy fuerte, de mucha transformación personal, de entrar en una dinámica de reflexión interna, de replanteamiento, donde también vi a muchos colegas, que no tenían una postura política, encontrarse mucho más definidos. En mi caso, siempre he tenido una posición muy consiente, siempre he entendido la importancia de involucrarse realmente en el proceso que vive el país y el mundo, porque esto supera por lejos a algo puntual y local, es un proceso global, que se ha manifestado de una manera distinta en los diferentes lugares. Cada país está pagando sus karmas o de esa manera, al menos, lo entiendo”.

¿De qué maneras te afectó el proceso social que vivimos en el país?

El estallido me favoreció en términos creativos, hice un montón de cosas, me sirvió para profundizar. Quizás otros artistas han tenido un replanteamiento mayor pero, a lo que a mí concierne, solo he profundizado en lo que venía haciendo, he encontrado una manera más segura y concreta, que vino a confirmar un camino que tome con Bruxista desde el 2017. Me gustó cómo la escena electrónica comenzó a pensarse, si bien venía en un auge, creo que ese crecimiento era el de las pymes de la vida nocturna, no tenía que ver tanto con la creación como a mí me hubiese gustado. Este año sirvió para pensar más allá de la faceta hedonista.

¿Por qué decidiste dejar ESDLCP?

Porque me cansó creativamente. Me comenzó a agotar el lenguaje pop. Lo asumo desde ese lugar, el proyecto era de pop experimental, muy variopinto en sus influencias. Entonces, quise centrarme en otros sonidos. El Sueño De La Casa Propia era una especie de mundo de la imaginación y la espontaneidad creativa desplegada en la música, en cambio Bruxista es más enfocado y estilísticamente más definido. En este proyecto lo que busco explorar es la música de baile, desde una perspectiva más abstracta, con influencias que provienen del minimalismo y el jazz. Hay mucho piano, vibráfonos, beats, no siempre tan evidentes, ni derechamente de club, pero esa es la paleta sonora que trabajo, tratando de que tenga más foco en el lenguaje de la pista de baile, pero siempre desde una perspectiva menos obvia, más autoral, más musical y no solamente rítmica”.

¿Qué es Bruxista?

Es la incomodidad manifiesta. Una especie de gesto político en el que intento mostrar que las cosas no son tan bonitas como las quieren pintar.

Escucha aquí el live hecho especialmente para Grieta Mag e IME:

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FASE 005: LESBOYS

Como parte de la colaboración entre Grieta Mag y la Industria Musical Independiente Electrónica Chile (IME), comenzamos a discutir las posibilidades conceptuales de cada número. FASE son lives y entrevistas a distintos productores nacionales, que nos permiten descubrir, a partir de la música, el entendimiento que tienen de las ideas contenidas en nuestro sitio. Hoy es el “Estallido Social” y Lesboys los encargados de dialogar con este concepto.

Por Sebastián Herrera

La calle se llenó de sonidos. De pronto, el espacio público se convirtió en el escenario. La multitud comenzó a darle contundencia al malestar por 30 años acumulados. El despertar de los chilenos, también trajo un sonido, una frecuencia y resonancia que ha hecho vibrar el cuerpo agotado del país. A un año de una de las revueltas sociales más influyentes, es posible contemplar la cartografía del descontento; sonidos que se esparcieron por cada rincón y que transformaron todo lo que había a nuestro alrededor, como una caja de resonancia que posibilita revelar la historia contenida en ellos.

“Nuestras búsquedas dependen de cada ocasión y tiempo. Intentamos sacar el máximo de sensaciones en la gente, para que el espacio en el que interactúan se pueda sentir lo que estamos transmitiendo”, abre la conversación Matías Fxtxrx, integrante, junto a Joni-G, de Lesboys, agrupación electrónica proveniente del surponiente de la capital. Formada el 2018 y con un trabajo que busca interpretar la música a través de improvisaciones de ritmos y armonías, su música encuentran en el origen y las culturas indígenas, el corazón que provee de consonancias su sonido, a través de máquinas, sintetizadores virtuales, análogos y vocales que crean una estética post-techno, con tintes e influencia noise, industrial, idm y ambient. En esos parajes han dado discurso al beat, a la pista, a la noche y a una nueva posibilidad de entender el baile, como un espacio de protesta, conmemoración y rito.

Con el “estallido”, los actores culturales comenzaron a utilizar sus disciplinas como medio para traducir el malestar general. La represión –mutilados, muertos, heridos, y siete meses de toque de queda mediante-, han teñido cada campo, donde la escena electrónica no fue la excepción: “la música electrónica, no solo es una pieza de arte construida a partir de sonidos, sino que es una expresión, un mensaje que nos permite traducir lo que nuestros padres, amigos y cercanos están sintiendo. En el ejercicio musical, los últimos sucesos vividos en Chile, cambiaron nuestra forma de tocar, nos transportó a una esfera más íntima y hacia un tono más reflexivo”, explica Joni-G.

Lesboys es un conjunto underground, que ha hecho escena desde el mundo raver, conecta su discurso sonoro con comunidades audiovisuales y avant-garde, que representan, en gran medida, su actual trabajo: “La música siempre ha sido una enorme herramienta que contribuye a la evolución de los procesos. El mensaje o el objetivo varía dependiendo del tiempo y de lo que esté pasando en el mundo. Sin embargo, siempre hemos creído que la música y su registro es una especie de archivo y documento, desde donde se puede entregar información y sentido a las futuras generaciones”, interviene Fxtxrx. “Desde que comenzamos, siempre tuvimos la idea de incorporar sonidos de los nativos del territorio, pueblos originarios, no solo chilenos, sino también de Latinoamérica. Nos llamó mucho la atención el respeto por la naturaleza de estos grupos y cómo la noción de divinidad estaba en ella, por eso hemos ido investigando y descubriendo más sobre esto, para que prevalezcan estas ideas en nuestro sonido”, agrega Joni-G.

Desde los márgenes, bordes y centros de la industria, a través de beats, cajas de ritmo y sintetizadores, han creado nuevas formas de dar cadencia a los nuevos tiempos. La historia entregó una nueva textura a las sonoridades que cubren la atmósfera: “esto se pueden interpretar de diferentes maneras: desde las imágenes, los sonidos y también desde los espacios. Todo comenzó en el metro, con algo subterráneo; después en el cielo, con las imágenes de los cientos de láser confluyendo; el humo, los colores más fríos, los sonidos de drones, los gritos de los distintos grupos de gente, los sonidos industriales y glitches. Esos sonidos de destrucción y de ira nos transportan a un túnel oscuro, pero con una luz de esperanza al final”, continúa Fxtxrx.

A poco tiempo del triunfo de un casi 80% que despertó en las urnas, comenzamos el tiempo de análisis, de preguntarnos cómo los últimos sucesos han influido en nuestra cotidianidad, en la intimidad, en los procesos discursivos, artísticos e ideológicos: “siempre hemos estado a favor de la libre expresión, del libre amor, y la libertad de la gente en general. Todo lo que ha ocurrido, desde el 18 de octubre del 2019, nos demuestra que la gente está tratando de decir que, quienes tienen y concentran el poder, no quieren, ni permitirán que seamos libres, que contribuyamos o aportemos para crear un mundo en el que todos seamos considerados iguales, sin distinciones, ni de género, raza, ni de ningún tipo. Creo que eso es lo que se ha reafirmado en nuestro discurso. Antes, nuestra búsqueda tenía que ver con la oscuridad, la noche y la bohemia y hoy estamos en otro lugar, buscamos la luz y paz, intentando llamar a la tranquilidad, refugiar y contener a la gente, dando apoyo y esperanza, a través de lo que podemos hacer, que es esto: la música”, reflexiona Joni-G.

La política se encuentra en los espacios invisibles y mínimos, en los cruces posibles que generan las nuevas formas de vida que vienen a irrumpir los viejos modos. En la electrónica podría ser la innovación tecnológica concebida, no como máquina totalizadora, sino como puente y vitrina de los nuevos imaginarios posibles: “somos una comunidad fuerte que, a diferencia de otros países, nunca hemos contado con recursos. Somos resilientes, hijos del rigor, por lo que el momento actual no ha modificado mucho nuestra forma de vida”, explica Fxtxrx. “La mayoría de los grupos son autogestionados y han continuado trabajando a pesar de todo, hay calle, ya sabemos cómo funciona la escena y de alguna manera nos iremos adaptando”, cierra Joni-G.

Sobre el set:

Joni-G: “Este set a diferencias de otros, cuenta con instrumentos que no habíamos ocupado, máquinas que incorporan un drone y un sintetizador análogo semimodular, que tiene un sonido de máquina muy industrial, granoso, duro, pero a la vez de aire y flujo, que permite sentir algo similar a una atmósfera acuática que, creemos, tiene gran versatilidad. Además, sumamos un discurso de Clotario Bless, con un mensaje a los jóvenes, que era atingente a la situación y a estos días. Este set es bien cargado a la introspección, al ambient, al noise, es muy estridente, tiene mucho overdrive, matices de luz, oscuridad, rítmica, o espacios arrítmicos; es algo bien dinámico, lo hicimos en una sola toma, de principio a fin, en modo de jam, e incorporamos después el discurso”.

Escucha el live aquí:

FASE 004: FRANCISCO PINTO

Como parte de la colaboración entre Grieta Mag y la Industria Musical Independiente Electrónica Chile (IME), comenzamos a discutir las posibilidades conceptuales de cada número. FASE son lives y entrevistas a distintos productores nacionales, que nos permiten descubrir, a partir de la música, el entendimiento que tienen de las ideas contenidas en nuestro sitio. Hoy es  el “Futuro” y Francisco Pinto el encargado de dialogar con este concepto.

Por Sebastián Herrera

El sonido es intangible. Son ondas invisibles que viajan y que consiguen mover nuestros pies,  cabezas, manos o la totalidad de nuestros cuerpos al ritmo de una frecuencia. Quizás, en eso radica el futuro. En la simpleza de un porvenir en el que la música vale por sí misma y por lo que podría transmitir. Sin adornos, ni los excesos que la industria exige.

Como ha sido la tónica en casi todas las entrevistas de este número, nuestro invitado deja entrever que el futuro es solo una proyección de acontecimientos acumulados. Una serie de experiencias que pueden visitarse en los anaqueles de la memoria. Una estantería llena de discos y sonidos, donde su procedencia tiene más de azar que de conciencia sobre el punto que originó los restos. 

“Es una larga historia. Random, como toda historia. Sin un origen tan definido”, comenta de entrada Francisco Pinto, productor de larga data en la escena electrónica y protagonista de este nuevo número de FASE. A pesar de ese carácter aparentemente aleatorio, que dificulta sus recuerdos, hay un elemento significativo que podría ser la piedra angular de este relato. 

Puente Alto. Sí. Ese es el inicio. No Berlín. Ni Detroit. Ni siquiera el centro de Santiago. No. Los inicios están inscritos en una zona periférica alejada de cualquier foco. Esto, que podría ser un dato anecdótico, es en realidad el germen de lo que ocurre cada vez con mayor fuerza: las procedencias tienen menor implicancia. La clase política, social y el lugar de origen es menos relevante a la hora de definir la música. A buena hora sucede esto. Aunque es importante hacer un alto. Así como es sustancial la historia tras la música del exilio, por ejemplo, los sonidos provenientes del Berlín exiliado de Villalobos, Dandy Jack y Chica Paula o el Colonia de Aguayo, es relevante poner sobre la mesa el espacio de desarrollo de la misma música que se hizo, pero acá, en nuestro país. En el caso de Pinto, tiene que ver, sobre todo, con el carácter multicultural y transversal del quehacer creativo. Con los años 90 de la clase media que se desarrolló bajo cassettes piratas, difícil o nulo acceso a la información, un largo periodo de oscurantismo cultural y una europeizada influencia entrada la democracia, pero que supo mantener los sonidos latinos, punks y pops del sudamerican rockers que se escuchaba en la radio y televisión. 

“Hago música desde el 90. El primer acercamiento con la electrónica fue en el colegio. Tenía cerca de 16 años. Rayaba con Depeche Mode, Gary Numan, y Los Prisioneros. En el 91, por un amigo, conocí a Mario Venegas, quien resultó ser un miembro de Arteknnia, banda emblemática, de las primeras que hizo música electrónica. Lo que hacían era solo a través de máquinas. Casualmente nos conocimos por medio de un compañero de colegio en Puente Alto. Una comuna fuera de cualquier escena”. 

Desde la llegada de la democracia estuvo involucrado en el movimiento electrónico, con proyectos como 2CV6, que desarrolló con el mismo Mario Venegas, y Hombre Nuclear, que llevó a cabo con Cristóbal Mancilla y Alejo Méndez (la banda se transformó en una de las primeras en permitir la descarga gratuita de un disco a través de internet), Pinto, actualmente, es una prolífico productor que, además de lanzar sus propios álbumes, “Warm Milk” (2007), “Boo Boo” (2009) y “Retarded” (2016), conformó, junto a Mika Martini y Pablo Flores el grupo C/VVV, con quienes lanzó, el año pasado, “Gracias por nada”. Este 2020, además, publicó el disco “Distancia social”, en una clara alusión a los tiempos que hoy corren y una declaración pública a su amor por los sonidos luminiscentes y apológicos a la independencia. 

“Creo que la electrónica me llamó la atención porque mi influencia principal fueron los ochentas. Fue la época que más influenció en mí. Fue un periodo muy sintético de la historia de la música, con la aparición de los sintetizadores y la masificación de la tecnología. Todo parecía novedoso, un poco nerd, raro, geek, pero, sobre todo, punk y contestatario”. 

Son esas reminiscencias las que quedan expuestas en sus trabajos que, entre sonidos de baile, pop, house y cultura de club, dejan también ver otros elementos “La música electrónica tiene ese discurso. Kraftwerk tiene eso. Cuando uno escucha sus cassettes, muchas veces asumes que es una música apológica, pero es todo lo contrario, es muy crítica”, explica, para luego volver a sus inicios e influencias: “era una época igual rara, sin internet y de difícil acceso a todo. Pero creo que las minorías siempre nos buscábamos y encontramos. De algún modo coincidimos. Cuando empecé a hacer las primeras grabaciones, las hice con teclados de juguete, Casio, de esos bien típicos. Mi primo, además, tenía un amigo que le gustaba mucho la electrónica y nos dejó grabar un tema en el instituto donde estudiaba. Me conseguí un sintetizador Poly800, en el estudio había una batería HR-16, secuencié y grabé todo en una hora. El tema se llamó ‘Producto’”, asegura.

Héctor Aguirre resultó ser este amigo del primo, quien fue el fundador del sello Crisis Records. Ahí el germen. El encuentro. La comunidad. Y escena. El label surgió en 1992, a propósito del trabajo con 2CV6 y, un año más tarde, se sumó al catálogo Arteknnia. El 95, tras la disolución de la banda de Pinto y Venegas, el sello lanzó su primera producción: DIM, un compilado de canciones que funcionaron como rescate de la música producida desde los noventas por la banda, el cual se llevó adelante traspasando cintas análogas y dat. 

Desde ahí a la fecha, 30 años. El mismo tiempo que demoró en estallar todo y justo en el momento en  que nos tienen en esta distancia social, de Covid-19 y pandemia: “He pasado por muchas cosas. Principalmente, porque nunca logro conformarme. Sin embargo, el denominador común de todo esto es cierta paz en algunas capas, en el sentido de buscar armonía, que la música te haga sentir en un viaje, de cierta calidez, como si fuera un paseo a través de los sonidos sintetizados. Ese es mi elemento común. En todos mis discos, ya sean pop, ambient, o con lo que hice en Hombre Nuclear, que era más rock, ha existido esto. La música siempre ha sido una salida, un lugar donde quiero estar, donde quiero escapar y donde me quiero ver”. ¿Qué viene en el futuro? La respuesta es lógica: música: “EL live que hice para FASE lo llevé a cabo pensando en los cambios que vienen, en la esperanza que tenemos los que estamos hace muchos años luchando por conseguir una sociedad más digna y con un trato más justo. También más integrada, menos racista, más cultural, más amable y empática. ‘Imanite’ significa ‘Humanidad’ en haitiano, lugar de donde han llegado muchas personas a Chile, a darnos una lección de resiliencia, humildad y buenos deseos”, confiesa.


FASE 003: CO-DEC

Como parte del trabajo de Grieta Mag y la Industria Musical Independiente Electrónica Chile (IME), comenzamos a discutir las posibilidades conceptuales de cada número. FASE son lives y entrevistas a distintos productores nacionales, que nos permitirán descubrir, a partir de la música, el entendimiento que tienen de las ideas contenidas en nuestro sitio. Hoy es el “Futuro” y co-dec el encargado de dialogar con este concepto.

Por Sebastián Herrera

La música aplicada a otros soportes o disciplinas parece ser el futuro de la experiencia sonora. La incidencia de la pandemia en nuestra aproximación a la producción artística y musical, en particular, nos ha expuesto a la contemplación de productos que, en algunas ocasiones, no solo se valen por sí mismos. Los streaming, por ejemplo, han puesto a la imagen como elemento fundamental a la hora de escuchar (y ver) nuevos trabajos. Los lives ya no solo exigen el uso de cámaras, sino también la utilización de visuales, diseño e, incluso, intervenciones de otra índole. La pregunta, entonces, sobre cuál es el futuro de la música no es azarosa. 

En IME y Grieta Mag no hemos estado ajenos a este fenómeno y su evolución. Por eso con FASE hemos intentado discutir distintas ideas que nos aproximen a entender, de mejor forma, los diferentes escenarios que esperan a la producción musical. A través de conversaciones con protagonistas de la escena electrónica y la creación de piezas exclusivas, que dialoguen con la temática de cada número, buscamos acercarnos hacia una mejor concepción del quehacer creativo. 

co-dec es el nombre artístico de Patricio González Cruz, productor, visualista y artista nacional, que con trabajos como “Fuerza Envolvente”, lanzado a través de Orion Network, el 2017 o “Internado”, publicado junto a Android (Cristián Reyes), este año, por el netlabel Pueblo Nuevo, ha conseguido construir un discurso propio, donde la codificación de los elementos de diversa procedencia disciplinar y la recodificación de materiales sonoros, le permiten hacer converger un tejido de múltiples lenguajes, rítmicas y melodías. El futuro, quizás, se encuentra en este carácter híbrido que, precisamente, trabaja y por lo que hace indispensable su punto de vista. 

DMI, “Dentro del Mismo Individuo”, es el nombre del colectivo audiovisual que conformó junto a Estefanía Valero Merkt (ikusachirompe), Cristian Reyes Urrutia (Android) y Patricio Bravo, el cual experimenta simultáneamente con luz y sonido, para generar atmósferas inmersivas de introspección en la pista de baile. Este aspecto interdisciplinar no solo ha sido la característica que más predominancia ha tenido el trabajo de co-dec, sino también una clara muestra de su noción creativa, en la que el mestizaje de las materialidades conforma parte fundamental de su producción.

“En la actualidad estoy retrocediendo, buscando en el pasado, tomando lo antiguo, intentando romperlo, para pensar en una derivada y otra línea temporal”, explica de entrada, dando luces sobre su visión de la música porvenir. “Me llaman la atención los tipos de armonía, estados de ánimo, estados emocionales en la composición musical, en los que pueda usar elementos y sonidos electrónicos que, sumado, a lo anterior, me ayuden a encontrar no sé si lo nuevo, pero al menos otras aproximaciones”. 

¿De qué lugar crees que viene esta idea de que la música electrónica dialoga permanentemente con el futuro?

Analizando el contexto global, la tendencia de la música electrónica está relacionada de forma directa y correlacional con el desarrollo de las tecnologías. De hecho, el mismo concepto de electrónica viene desde ahí, de la posibilidad de controlar la electricidad, esa es la procedencia de su asociación con la sensación de tender hacia el futuro. 

En tu caso ¿cuáles son las búsquedas y hacia dónde van dirigidas?

Lo que más me llama la atención actualmente, en términos de diseño sonoro, tiene que ver con la música y lo visual. De hecho, mi origen musical no viene directamente de la música, sino del trabajo visual. Eso entró en sincronía con lo que estaba haciendo y me permitió explorar otros campos sonoros. Creo que la experiencia que vas adquiriendo, te permite ir deconstruyendo ideas preconcebidas, ayudándote a experimentar y evolucionar por un espiral ascendente. 

¿Cómo ves la evolución de la música en nuestro país? sobre todo pensando en la masificación que ha tenido en los últimos años.

Creo que lo que ocurre con la música electrónica aquí, tiene que ver con un proceso de causa-efecto. Éste está dado por la democratización de la tecnología. Si lo pensamos desde un punto de vista retro futurista, toda la ciencia ficción tiene que ver con cómo la tecnología ha modelado las sociedades futuras. Entonces, no es tan descabellado pensar que colectivos de veinteañeros, para quienes la tecnología ha estado con ellos siempre, lo mismo que el fácil acceso a los medios o estar a un clic de internet, han hecho que la evolución de la música electrónica y la masificación de ésta sea un proceso natural que viene aparejado de una mayor conexión, mayor tecnología, mayor acceso y una mayor exploración. 

Esta explosión, lamentablemente, no ha venido de la mano de mejores oportunidades para los productores, músicos y dj’s ¿crees que un futuro cercano será posible vivir realmente de la música?

Quizás hace diez años ser independiente era casi una decisión suicida. Ahora serlo es la tendencia, porque los mercados cambiaron y la misma tecnología se ha modelado para que uno pueda cumplir múltiples roles. La gran característica de la música electrónica es que es bastante amplia. El abanico y la paleta de colores que existen son casi infinitos. La situación se torna preocupante cuando te quieres dedicar al arte sonoro, sobre todo cuando la decisión es tan particular como dedicarte a la música under electrónica. Obviamente, es una carrera cuesta arriba. El modelo es complejo, pero tampoco es imposible de resolver. Vivir de la creación es quizás lo más difícil, pero pueden surgir otras variantes, se pueden explorar otros lugares, como sincronizaciones con películas, entrar al mundo de los videos juegos, etc. 

¿Crees que es posible pensar la música por la música o es necesario de otros elementos para poder cautivar a esta nueva audiencia multimedial?

La música siempre se valdrá por sí misma. Ahora, lo que existe son derivadas de consumo. El estándar de la música es el mismo que el de una obra pictórica, o de cualquier otra área artística. Lamentablemente, la sociedad ha evolucionado a un nivel que ha puesto el arte en una situación de consumo que la obliga ser vista como una mercancía, desde ese punto de vista y, producto de la economización en la que se ha volcado el mundo creativo es lo que vuelve complejo el escenario, haciéndolo responder a las mismas lógicas de mercado, que cualquier otro producto.

FASE 002: Pululosz

Como parte del trabajo de Grieta mag y la Industria Musical Independiente Electrónica Chile (IME), comenzamos a discutir las posibilidades conceptuales de cada número. FASE son lives y entrevistas a distintos productores nacionales, que nos permitirán descubrir, a partir de la música, el entendimiento que tienen de las ideas contenidas en nuestro sitio. “No creo poder seguir esmerándome para conseguir algo en Chile”, reveló.

Por Sebastián Herrera

Es de esa generación que ya no tiene miedo. Los encargados de despertar a los que nos habíamos dormido, los que saltaron los torniquetes, se comunicaron por plataformas digitales e hicieron de las redes sociales el nuevo gran muro de la protesta nacional. La productora, dj y música, Sofía Fuentealba (Pululoz), es una de las responsables de recibir la posta, crear los nuevos sonidos y álbumes que nos darán luces del porvenir. Siempre y cuando éste exista y no sea solo la última luz que resiste en su ocaso. 

En abril del 2019, editó su disco Sinfotálamo, título que resultó de un recuerdo escolar, pero que ahora fue utilizado para dar nombre a un conjunto de tracks en el que coexisten experimentos sonoros, juegos y urgencias, que crean estados que van de la experiencia al rito; un diario cósmico de las ondas sonoras que incrementan su velocidad cuando la aproximación del imaginario se aleja de su interior y se acerca al exterior, a los territorios y sus costumbres perceptibles, un modo de presentar la música que busca experimentar, romper, y descubrir nuevos puntos de fuga. 

El EP fue muy conciliador con sus métodos y experimentos, que pueden ir desde el IDM, pasando por el drum & base o jungle, mixturas y conjugaciones sonoras, ruidos y glitch, que se encuentran como una briza oceánica que colisiona en la rompiente, que se retrae y expande en ineludibles pulsos envueltos en formas y tentativas ambientales. 

Usualmente parto haciendo baterías, pero luego no sé en qué puede terminar. Por ejemplo, en el último remix que participé tenía algo muy armado, pero a último momento agarré un retrigger, desarmé todo y, al final, eso quedó. Es bueno a veces desordenar todo. Aunque ahora escucho mucho más hip hop, low fi, beat tape y gracias a eso he ido aprendiendo, con mis compañeros, a usar ableton para desarrollar ese tipo de beats a partir de un live”. 

No hay miedo, porque no hay futuro. Esa parece ser la idea general que existe en el ambiente. Una mirada desesperanzada, pero al mismo tiempo punk. Sofía es parte de una generación que trabaja al otro lado del paradigma común, operando desde tejidos más diversos, humanos, confiables, donde existe respeto y reconocimiento del otro; donde la tecnología es una prótesis adherida en sus cuerpos, que les permite enfrentarse a este nuevo mundo, desde otro lugar y con otra mirada, tal vez, menos romántica, pero más realista. 

“Hay que asumir que la industria, de cierta forma, murió. No va a volver a ser la misma. Ya no existirá la manera en que solíamos trabajar, como lo que ocurre ahora al no poder ir a un lugar físico. Nuestra misión es aprender a desarrollarnos más dentro del mundo virtual, poder estudiar y entender bien las formas en que podremos continuar tocando música, utilizando las plataformas que existen a nuestro favor”.

Pululosz es parte del colectivo Caustics, uno de esos espacios prístinos, que nos hace pensar que existe un mejor mañana. Lejos de aislarse entre sus propios códigos de desciframiento, ha forjado un puente con generaciones anteriores, permitiendo un balance de la escena, un lugar que equilibra el peso y experiencia del pasado, con la mirada e ideas del futuro. 

“Entre nosotros permanentemente nos apoyamos. Pero además de nosotros, Pueblo Nuevo siempre ha estado ahí, nos han invitado a colaborar y trabajar constantemente. Nosotros estamos agradecidos y hemos intentado devolver la mano, porque nos han dado la oportunidad de saber más cosas, porque llevan más tiempo en esto. Además, es genial el trabajo que han hecho, todo lo que suben está para libre descarga, en formatos como flac o wav, haciendo posible que la gente pueda tener un alcance más cómodo de la música”. 

Una colaboradora constante del sello ha sido la productora nacional, Kamila Govorcín, con quien no solo han compartido fiestas, sino también la producción, como el EP Movimientos, trabajo que le permitió a Govorcín mostrar un nuevo sonido, más experimental, dúctil y cercano a las nuevas búsquedas que hoy explora. 

“Siempre la íbamos a ver tocar, escuchábamos sus discos o la escuchábamos cuando salía en alguna radio, tratábamos de estar muy pendiente de lo que hacía, porque realmente nos gustaba su trabajo. La Kamila siempre fue un referente, poder conocerla o tocar con ella en las mismas fiestas ha sido algo muy significativo para mí y todos nosotros”.

La eterna pregunta que generaciones y generaciones ha arrastrado no solo en la música, sino en el arte en general, es cómo hacer convivir el desarrollo creativo, con las exigencias propias de la vida “normal”. La solución, para muchos, sigue siendo una incógnita, aunque para las nuevas generaciones, las posibles respuestas parecen no estar aquí. Al contrario, Chile, parece ser un terreno infértil, al menos, en el corto y mediano plazo. 

“Me dedico 100% a esto. Estoy permanentemente estudiado sobre programas para conseguir mejores sonidos. Pero acá es realmente difícil ganarse la vida. Se puede, pero no se valora tanto como en otros países. Hay que pelear un espacio. Y, si antes era difícil, ahora más aún. Ya no espero nada de acá. Para mí murió. No creo poder seguir esmerándome para conseguir algo en Chile. Solo quiero concentrarme en poder aprender bien el uso de programas y tratar de irme de aquí”.

¿Por qué es tan determinante tu apreciación de la escena local?
Porque creo que no se va a recuperar. Ya no queda nada para nosotros. A veces creo que es iluso seguir trabajando para poder vivir de esto o, incluso, es iluso pensar en recuperar lo que antes había, porque si eso de antes ya no era valorado, ¿qué es lo que vamos a conseguir? Creo que lo mejor es concentrarme en el objetivo final. Eso es tratar de ir afuera, a Berlín o Dinamarca, a países donde existan más probabilidades de poder desarrollarse como músico electrónico, que es lo más importante. 

¿Cómo has podido desenvolver profesionalmente en este periodo?
Desde antes que todo esto pasara, con Caustics hacíamos transmisiones y, ahora, solamente radicalizamos eso que estábamos haciendo, en el sentido de preocuparnos por tener un mejor sonido, o generar instancias que sean más claras para que la gente pueda sintonizar y llegar a escuchar lo que hacemos. En mi caso, he ido profundizando más cómo funcionan los softwares y en cómo editar los videos para que lleguen a más personas y en un mejor formato. 

¿En lo musical te ha afectado la sobre tecnologización de las herramientas?
Siempre he sido muy computín, entonces no ha cambiado mucho mi forma de hacer música y tampoco en la forma de acercarme a la tecnología. Lo que sí ha cambiado es el modo en que lo llevo adelante. Antes iba a tocar mucho a clubes y a lugares físicos, donde podía ganar dinero para poder vivir de esto. Ahora hemos tenido que ir viendo cómo ingeniárnosla para poder volver a hacer sustentable esto desde la casa. Ese es el desafío más grande. 

¿Lo han conseguido?
A nuestro modo, lo hemos conseguido, vía Bandcamp, pidiendo donaciones, haciendo shows, polerones, poleras, descargas de discos y todo lo que se pueda hacer para poder continuar haciendo lo que nos gusta.  

¿Qué crees que hoy está de luto o cuál es tu forma de relacionarte con el concepto?
Es un momento especial donde se expresan y compartes los sentimientos frente a alguna situación de perdida de algo o alguien querido. Así como un espacio para reflexionar y mostrar tu apoyo de la forma que sea. Ahora mueren formas de relacionarnos frente a lo establecido, como las industrias y monopolios y nace una nueva forma de expandirnos, en el modo de comunicarnos con las redes de apoyo y actividades, a través de internet, su virtualidad e innovación.

¿Cómo trabajaste este live para FASE?
A través del software Ableton en mi computadora. Utilicé samples, drumkits, mi voz y algunos dreamy pads que me gustan mucho. Me basé en la percepción de aceptar la muerte como un cambio positivo, así como aceptamos la vida y hacemos mejores cosas para vivir mejor. Aceptar la muerte es también aceptar la vida. Gracias a eso podemos lograr nuestras metas y colaborar a que el mundo y el universo sea un lugar mejor.

FASE 001: René Roco

Como parte del trabajo de Grieta mag y la Industria Musical Independiente Electrónica Chile (IME), hoy comenzamos a discutir las posibilidades conceptuales de cada número. FASE son lives y entrevistas a distintos productores nacionales, que nos permitirán descubrir, a partir de la música, el entendimiento que tienen de las ideas contenidas en nuestro sitio. Hoy es el “Luto” y René Roco el encargado de dialogar con este concepto.

Por Sebastián Herrera

Las formas de producción y exposición están cambiando. La música ha comenzado a resignificar sus propios materiales. Un álbum, un EP, un sencillo. Hace pocos meses, el músico, productor, compositor y fundador del sello Tensa, René Roco, lanzó algo así como una respuesta o, más aún, una declaración de principios. En una entrevista para Ciudad Sonora, a propósito de la publicación de una colección de álbumes, explicó parte de su leitmotiv: “menos es menos y más es mucho”. Esto, luego de editar, bajo su propio sello, siete discos: “Buganvilia”, “Audio”, “Copérnica”, “Adhio, Ryio”, “Soko” y “Colaboraciones”. Cada unidad puede entenderse en sí misma, pero al mismo tiempo en conjunto. 

En tiempos de independencia con lógicas de mercado, de singles y riesgos mínimos, un lanzamiento de este volumen y contenido es un real manifiesto, una forma de presentarse y enfrentar al mundo. Más aún, si descubrimos las formas contenidas dentro de cada uno de esos discos: piezas que experimentan con el sonido, con una electrónica dúctil, polirrítmica, atmosférica, ambiental, que juega entre beats y brakbeats, entre el IDM y el ambient. 

Las formas de proceder de la música en general están cambiando. El productor, músico o artista contiene hoy nuevas connotaciones en función a las nuevas aproximaciones que, aparentemente, se intentan imponer, que dan un nuevo lenguaje al quehacer, tanto en su resultado como en su entendimiento. 

¿Qué tiene de especial un lanzamiento como “Siete Discos”? Algo simple, pero que escasea en los tiempos de hiperproductividad y dictaduras algorítmicas: discurso. Una respuesta a los tiempos de grandes volúmenes y fugaces velocidades, la posibilidad de suspender el ritmo y, a partir de quiebres a patrones establecidos por otros autoritarismos, como la ley del cuatro cuartos del techno y más, establecer un nuevo momento, un nuevo tiempo, una nueva forma de entrar en la música. 

¿De qué forma este momento de pandemia y estallido ha modificado tus propios procesos creativos?
No he sentido un gran cambio en lo creativo al menos. Aunque si me llamó la atención el término “Luto”, que propusieron para este número, porque describe un poco este sentimiento frente a lo que está pasando. Más allá de lo obvio, este concepto tiene que ver con dejar ir, reflexionar, aceptación y con aceptar una vida nueva y desconocida. Desde el 18 de octubre ha sido intenso, de pronto nos sacaron de la burbuja en la que estábamos inmersos y darte cuenta que nada es tan importante realmente, ni la cantidad de trabajo, ni la cantidad de música que puedas sacar. Nada importa cuando algo así se presenta. Es algo más importante, una manifestación que incumbe a más gente, que refleja lo que todos piensan. Eso fue el principal cambio, comenzar a pensar cómo plantearme en el arte, cuestionarme qué quiero ser y hacer como artista, cuál va a ser mi posición frente a todo esto.  

¿A qué conclusiones te llevó esto?
A que hay ser más desafiante. Personalmente me gusta ser irónico, crear algo como una ironía dentro del humor, distanciarme de lo obvio, para crear una especie de humor entre líneas, que pueda llevar a lo político, social o crítico. Ese es un proceso nuevo, en el sentido que no te pregunta qué hacer artísticamente, sino en cómo lo que haces puede intervenir otras esferas más allá de lo netamente musical.

¿Crees que hay pares que piensan del mismo modo? ¿existe algo así como una comunidad en la electrónica?
Aunque generalmente trabajo solo, me gusta encerrarme en mí para decantar ideas que quiero hacer y concretarlas, desde que partí el sello, a principios del 2019, he estado en contacto con más personas, con las que comparto cierta concepción sobre lo que hacemos. Estuve trabajando con Erika, Delia, Escobar Gallardo, Lars From Mars, Ukyo y con varios amigos más, con los que disfruto lo que hacen y que quería publicar. 

A diferencia del rock, lo que ocurre en la electrónica es que nadie orbita solitariamente, sino que se formaron comunidades que dialogan permanentemente, ¿cuáles es tu mapa y tejidos que has creado en la escena?
Creo que parte de tener una misma visión musical. Dentro de eso está la gente de Caustics, Modismo, Panal, Pueblo Nuevo y los que te mencioné anteriormente. He descubierto que me he vinculado a muchos movimientos con los que siento que puedo contribuir, ya sea desde mi propio trabajo, publicando o compartiendo con ellos. Por eso no creo sentirme parte de un solo lugar, sino que busco distintas realidades, miradas o estilos. Lo que me interesa es el cruce y poder conocer más cosas. 

¿Crees que la electrónica vive su propio proceso de cambio? recuerdo que en el 2000 hubo una explosión del rock con todo ese sonido garage y vintage de los 70 y 80. Diez años más tarde, la electrónica vive su propio auge y revista ¿a qué crees que se deba? ¿crees que más que sonidos futuristas, la electrónica apunta a un tiempo inverso o retro?
Es interesante ese cruce que ocurre con el 2000. Creo que tiene que ver con algo práctico que es la accesibilidad a los instrumentos. Me imagino que en el 2000 había más acceso a hacer música rock y que ahora, eso mismo ocurre con la electrónica, es mucho más accesible una interfaz de audio o algo para mezclar, componer, o tener un sintetizador. En los 90 era muy lejano todo eso. Esa especie de nueva camada que nace ahora tiene que ver con que muchos de esos productores, o djs pueden adquirir los equipos con mucha facilidad y, en base a eso, construir un discurso musical, ya sea haciendo techno, apropiándose del espíritu punk o haciendo cosas en casas ocupas. Lo que une es la posibilidad de compartir la vibración e intensidad de la música.

¿Cómo te acercaste con tu trabajo al tema de este número?
Luto es un momento dividido en episodios, desde la calma, la contemplación, aceptación, rabia, caos, entrega y cambio. Esta idea de luto representa la muerte del pasado, y el comienzo de una vida incierta, poco predecible, intensa y estimulante. Polett Polett me dijo que todos estábamos de luto, muchos estaban dejando morir quienes eran, y es cierto, todos estamos experimentando la muerte de una y otra forma.
Todos estamos viviendo nuestro luto.

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